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ARTICULO hombre. Sin embargo, en la práctica, sabemos bien cuántas son las dificultades para educar armonizando estas dos tareas de nuestra vida religiosa. Para una síntesis perfecta, para un equi– librio existencial de estas dos dimensiones , no basta afirmar - simplemente- la absoluta pri– macía de la vida en el Espíritu (48), ni subra– yar, sin los debidos matices, la identidad "eremítico-contemplativa" del capuchino (49). Como no basta escoger, sin más, ciertos secto– res en el campo de la promoción humana (servicio a los pobres, inserción en el mundo del trabajo, obras sociales y lucha por los derechos del hombre y por justicia, etc... ) para decimos fieles a nuestra misión específi– ca. Seamos Iglesia, pero no seamos toda la Iglesia. La promoción integral del hombre es parte de la evangelización y tarea de la Iglesia, pero en el Pueblo de Dios hay modalidades diversas de proyectos evangélicos de vida y tareas diversificadas en la unidad de la misma misión de servicio al hombre (50). "Una reno– vada presencia de los religiosos en la misión de la Iglesia para la evangelización y la promo– ción humana no sería plenamente auténtica si tuviera que renunciar, aunque fuera sólo en parte, a las características de la vida religiosa y a la índole propia de cada Instituto" (51 ). (48) Cfr. La dhnensión contemplativa de la vida religiosa, p. 33. (49) Risposte pervenute circa il "Documento di lavoro" sulla Fonnazione Uulio 1980), p. 254. (50) Cfr. Evangelii nuntiandi, n. 66ss. (51) Cfr. Religiosos y promoción humana, p. 22. 190 Conclusión "La formación de los religiosos desde el noviciado no ha de ordenarse de idéntica ma– nera en todos los Institutos, sino téngase pre– sente la naturaleza propia de cada Instituto" (52). Para obedecer a la Iglesia, para respon– der a las peticiones de la Orden y por elemen– tales motivos metodológicos en función de la máxima madurez religiosa posible de todos nuestros hermanos, el IV CPO se propone individualizar algunas orientaciones funda– mentales de la formación para nuestra vida hoy. Un discurso válido sobre este argumente no podrá prescindir de ciertos planteamientm de la doctrina actual de la Iglesia, que parecer moralmente irreversibles, a saber : afirmación de la identidad "religiosa" de hermano; afirmación de la "igualdad religiosa" de todos los hermanos; afirmación de nuestra "fisonomía religios : específica"; garantía de una formación: "integral" "realista" y "armónica". (52) Cfr. Ecclesiae sanctae, II, art. 33.

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