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ARTICULO pero ciertamente en un tono menor, casi imperceptible, de . secundariedad, ... (Leída después de treinta años, resulta bastante elocuente la crítica de Pío XII - hablando de la vida religiosa- de la "grave y peligrosa cri– sis", del "contagio" que ha contaminado a unos cuantos eclesiásticos y religiosos, llama– do "existencialismo" (37). Una lectura de la encíclica Ecclesiam suam, decisiva para comprender importantes "novedades".de la eclesiología conciliar (38), de los textos del Concilio y de algunos docu– mentos posteriores sobre la formación religio– sa y clerical (39), prueba la indudable validez de un sano existencialismo, esto es de una Yisión del hombre (también religioso y sacer– dote) a partir de la realidad que ponen marco y condicionan, a veces mediante rápidos cambios, su existencia. Hoy no es posible pensar en un proyecto educativo serio de nuestros religiosos sin tener en cuenta, esen– cialmente, la realidad que viven y llevan consi– go los candidatos y del contexto en el que debemos encarnar nuestra vocación. Por consiguiente los criterios prácticos de la reno– vación - y, por tanto, de la coherente forma– ción- en cualquier parte que sea y en la com– plejidad de nuestra existencia religiosa (el modo de vivir, de predicar, de gobernar, de actuar, etc ... ) apuntan a la adaptación adecua– da a las condiciones antropológicas de los reli– giosos, a la exigencia de la cultura, a las cir– cunstancias sociales y económicas, etc... (40). La intuición de san Francisco, que preveía un normal pluralismo en el modo de encarnar la regla y vida de los hermanos según los lugares, las circunstancias, el clima de las regiones ..., responde de hecho a estos principios de una (37) Cfr. supra n. 28, p. 320s. (38) Cfr. "Append. docum.", n. 17. (39) Cfr. La formación teológica de los futuros sacerdo– tes I; Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, Introd.; Sacra Congrcgatio Pro Clericis, Directorium catechisticum generale Ad norman decreti, 11 de abril de 1971: AAS 64 (1972), 99ss. Cfr. Gaudium et spes, y Ecclesiam suam. (40) Cfr. Perfectae caritatis, n. 3. 188 formación verdaderamente realista, a partir de los propios "ambientes existenciales" (41). La interpelación a la "realidad ambien– tal del hombre", como plataforma para una programación educativa, está mucho más explícita en los documentos del Magisterio contemporáneo con respecto a la formación clerical (42). En el campo de la formación de los religiosos - ya he hecho notar la relativa pobreza de directivas (n. 4 )- merece un re– cuerdo especial la Instrucción Renovationis causam sobre el aggiornamento de la forma– ción a la vida religiosa, teniendo en cuenta, entre otras cosas, la "mentalidad de las nuevas generaciones, las condiciones presentes, la complejidad de las circunstancias, su variedad según los lugares y la rapidez constante en los cambios de cada día" (43 ). Una conclusión práctica de este realis– mo es el empeño por una "inculturación" auténtica de la vida religiosa en los esquemas mentales, sociales, estructurales y también de fe propios del área humana y geográfica donde el religioso vive. Se trata, en realidad, de una exigente apli cación concreta de la táctica misionera de san Pablo: "hacerse igual a todos" (1 Cor 9, 22). La insistencia en este empeño, a todos los niveles de la vida eclesial, es notable en las directivas de la Iglesia actual. Sin embargo, en mi opinión, nos encontramos al inicio - con mucho camino aún por reco– rrer- de un programa fascinante, que requiere gran lucidez y coraje en la formación (inicial y permanente) de nuestros religiosos. Una prueba significativa de la sensibilidad ante estos problemas, ha sido el "Mensaje a los Re– ligiosos y Religiosas de Africa" (Cfr. "Appen– dice documentale", n. 66) que ha enfrentado justamente el tema de la "indigenización" de la vida consagrada en el contexto africano. Hacer un cuadro de los rasgos caracte– rísticos del hombre y del joven de nuestra (41) Cfr. 2 Reg. 4; Constituciones OFMCap, 1975, n. 4 4-5. (42) Cfr. supra n. 39; Ultimis temporibus, I; En cettf période, I.; etc. (43) Renovationis causam, Proemio.
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