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educación de los nmos y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc." (n. 70). Todos estos sectores deben manifestar, a través de los laicos cristianos, su "dimensión trascenden– te con frecuencia desconocida". La larga serie de tales realidades representan otros tantos puntos programáticos, que debemos discutir y profundizar mucho más con los laicos cristia– nos, aunque se trate "sólo" de sectores pro– fanos. Pero, ¿son solamente profanos? El hecho de hablar de la "dimensión tras– cendente" de todas estas realidades, ¿no des– miente ya la idea de que se trata de realidades "solamente profanas"? El Papa vuelve a ha– blar una vez más, en otro punto, de esta nue– va mentalidad y afirma que en medio de un mundo secularizado y, desde luego, en el seno del así llamado humanismo del ateísmo prag– mático y militante, "paradójicamente", en este mismo mundo moderno, "no se puede negar la existencia de valores inicialmente cristianos o evangélicos, al menos bajo la forma de un va– cío o de nostalgia. No sería exagerado hablar de un poderoso y trágico llamamiento a ser evangelizado" (n. 55). Estas palabras afirman cosas, al menos en germen, que, si se desarrollasen coherentemen– te hasta sus últimas consecuencias, llevarían a eliminar la distinción, tan familiar a todos nosotros, entre cosas y personas sagradas y profanas. Por lo demás, tal distinción no es de Jesucristo, sino del Antiguo Testamento y del paganismo. Jesucristo y el cristiano moderno rechazan enérgicamente los elementos pseu– dosacros, sin embargo, reconocen lo sagrado como dimensión fundamental de la existencia humana en general, porque todo contiene aque– lla "dimensión trascendente" que debemos des– cubrir en la fe. Todavía se necesitará mucho tiempo, muchas reflexiones y muchas presiones por parte del mundo, para superar definitiva– mente esta dicotomía; recorrer coherentemente el camino que lleva a Dios en el seno de la experiencia mundana y vivir la consagración a rnos concretamente a través de la consagra– ción al mundo. En todo caso, ésta será la fór– mula del futuro. 111. SALVACION SOBRENATURAL Y SALVACION INTEGRAL La salvación integral (shalom) que el Salva– dor trajo al hombre como expresión del amor de Dios a todas las creaturas, se ha converti– do en una salvación muy desencarnada a lo lar– go de la historia, si no en la práctica, por lo menos en el campo de la reflexión, llegándose ARTICULOS a hablar sólo de salvación del alma, salvación sobrenatural, salvación eterna. Los libros de teología y de espiritualidad de hace veinte años entendían prácticamente por salvación sólo el hecho de aceptar la fe, recibir los sacramen– tos y esperar en la vida eterna. El lema "salva tu alma" campeaba en todas las iglesias du– rante las misiones populares. Hasta la víspera del hundimiento de la dominación portuguesa en Mozambique, las autoridades eclesiásticas continuaron dando a los misioneros el buen consejo de "predicar el ,evangelio y de no mez– clarse en política", como si el evangelio no tu– viera nada que ver con la dignidad del hombre y con la justicia. Efectivamente, hemos espiri– tualizado, individualizado, sobrenaturalizado y escatologizado la salvación. Y los marxistas no se equivocaron del todo al llamar una religión de tal género el opio del pueblo y la alienación del pueblo. Se ha producido una sana reacción, llegada sobre todo de América latina, ,en donde se ha e~perimentado, más que en otra parte, la ab– surdidad de una semejante forma de religión. Se ha reconocido que los cristianos no tienen derecho alguno a participar en la Eucaristía, si no reparten entre sí el pan diario, y que el enseñar a los pobres a soportar con paciencia la miseria apoyándose en la esperanza de un paraíso, es una blasfemia. Por el contrario, se ha afirmado que Dios quiere efectivamente la salvación integral y la liberación total del hom– bre, es decir, quiere salvarlo en cuanto es hombre. Es una equivocación pensar de otro modo, como también contraponer la evangeli– zación a la humanización, un nuevo verticalis– mo al horizontalismo que se abre camino. Sola– mente la síntesis tiene la ,posibilidad de impo– nerse al hombre de hoy, la síntesis que recla– ma y promueve la salvación integral. La Iglesia ha reconocido poco a poco esta nueva concepción. La Gaudium et Spes sig– nifica ya un paso atrevido hacia la arena del mundo al afirmar que la Iglesia no se preocupa sólo de la predicación y de los sacramentos, slno también tiene que ver con los problemas del mundo. El Sínodo de los obispos del año 1971 ha acuñado una fórmula clara: el empe– ño por la justicia es una ,parte constitutiva y esencial de la misma evangelización (AAS 1971, 922). La EN insiste sobre el tema, que está muy metido en el corazón del Papa. Los obispos del Tercer Mundo hablan del mismo tema, con un lenguaje vehemente, pidiendo, en nombre del Evangelio, que sean rotas las cadenas de la in– justicia, que son: hambres, enfermedades cróni– cas, analfabetismo, depauperación, injusticia en 149

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