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PANAMA - Un río en la provincia de Chiriquí. PERU - Dos aldeas y cuatro haciendas. URUGUAY - Una población, en el departa– mento de Treinta y Tres. VENEZUELA - Un municipio, en el estado de Anzoátegui. Habría que añadir las nume– rosas iglesias y capillas dedicadas a Santa Clara en varias naciones. Llegada y expansión de las Clarisas en el Nuevo Mundo Entre los varios proyectos excogitados por el primer Obispo de México, fray Juan de Zumárraga, en su deseo de dotar a aquella nueva cristiandad de todos los elementos con– ducentes a una verdadera autarquía eclesial y cultural, uno fue el de proporcionar una es– merada educación a la mujer indígena. Para ello hizo venir de su tierra vasca maestras seglares y beatas (terciarias); pero aspiraba a poder contar con una comunidad claustral de clarisas, donde fueran acogidas como educandas las hijas de los caciques. Así se expresaba en varias cartas de 1536 y 1537. Pero la propuesta no fue recibida favorable– mente por el Consejo de Indias. El primer monasterio fundado en México no fue de clarisas, sino de concepcionistas, llegadas en 1540. En mayo de 1551 salía de España el gru– po de diez clarisas destinadas a la primera fundación americana en la isla de Santo Do– mingo. Este monasterio, que en 1559 contaba _ya cincuenta religiosas, fue destruido por el pirata Drake en 1586; pero la comunidad pudo rehacerse, en tal modo que el año 1642 se componía de _ochenta religiosas. Se rigió por constituciones propias, hasta que en 1783 se incorporó al monasterio de La Habana, en Cuba. La segunda fundación fue la de Cuzco, en el Perú, y se debió a la decisión de una comunidad de beatas, terciarias de San Fran– cisco, ya existente, de adoptar la regla de las clarisas en 1560. De este monasterio irían saliendo las fun– daciones para otros varios, El primero de los cuales fue el de Huamanga o Ayacucho, el año 1568. Y de éste procedían las que fueron a fundar el de Trujillo en 1587, con la apro– bación del Arzobispo de Lima, santo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Por iniciativa perso– nal de este mismo prelado se fundó el mo– nasterio de la capital del virreinato, Lima, en 1592, si bien la fundación no quedó formali– zada hasta 1605 . Esta comunidad llegó a ser la más numerosa de todas: a mediados del siglo XVII contaba 270 religiosas de velo negro o de coro, y de otras tantas de velo blanco: novicias, donadas y criadas. El mismo origen, o sea la transformación de un beaterio en monasterio de Clarisas, tuvo la primera fundación en México el año 1570; de éste derivó, en 1598, la fundación del de San Juan de la Penitencia en un barrio indígena de la misma capital. Siguieron otras fundaciones en el curso de los siglos XVII y XVIII: un tercer con– vento en la capital (1601), tres en Puebla de los Angeles (1602, 1608, 1708), el segundo de los cuales llegó a albergar más de cien religiosas: el de Querétaro, fundado por inicia– tiva de cacique indio (1607); el de Atlixco (1618); el de Corpus Christi de México, para indias hijas de caciques (1724); el de Casamalupan (1737) y el de Antequera (1782). En Colombia se llevó a cabo la primera fundación hacia el año 1572 en Tunja; siguió la de Pamplona en 1584, la de Cartagena hacia 1621, éste fundado con religiosas lle– gadas del monasterio de Santa Inés de Sevi– lla, y la fundación de Bogotá por iniciativa del arzobispo Fernando Arias de Ugarte y de una hermana suya. En Chile se fundó el primer monasterio en la Ciudad Imperial el año 1582 por obra del obispo franciscano fray Antonio de San Miguel, con religiosas procedentes del mo– nasterio de Cuzco; el convento desapareció 151

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