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Se aconseja a las fraternidades adquirir la personalidad jurídica civil, si esto convie– ne para el mejor cumplimiento de su mi– sión (art. 29, 2). En un primer momento tal vez se pensó únicamente en el aspecto eco– nómico: el derecho de poseer y adminis– trar bienes, como sociedad sin ánimo de lucro, según las leyes de cada país. Más tarde se comenzó a entrever otras posibili– dades de intervención como agrupación en la sociedad civil, desde el nivel local al nivel internacional (ONU). La guía y gobierno de la Fraternidad co– rresponde a los hermanos, bajo la más alta dirección de los Superiores Mayores Fran– ciscanos. Además la qrganización en fra– ternidades en varios niveles debe hacerse de tal modo que se facilite la colaboración con la Iglesia particular y se acreciente la posibilidad de acoger las interpelaciones que vienen de la sociedad (arts. 28, 2; 31, 2). Secularidad y adaptación Siguiendo la línea trazada precedente– mente por el "Ritual", las "Constituciones" han dado una gran responsabilidad a los con– sejos nacionales y a los otros consejos respecto de la adaptación de las normas y orientaciones generales a las diversas culturas, que deben ser promovidas en su variedad (art. 33, 2), y a las varias y concretas circunstancias sociales y eclesiales (art. 5. 100). En particular esta res– ponsabilidad debe ejercitarse en el campo de la formación (arts. 37, 4; 62, f; 66, d). Por lo que se refiere a una presencia activa en la vida de la sociedad, hay en las Constituciones artícu– los claros y enérgicos, como el que se refiere a la defensa de la dignidad de la persona huma– na. Otros pueden parecer un tanto genéricos. Tal vez podía haberse intentado una concre– ción más precisa; pero hay que tener en cuenta la dificultad de escribir un texto legislativo que sea válido para todas las naciones del mundo y para todas las culturas, además, el respeto a la misión que compete al consejo de la frater– nidad nacional, regional o local. El art. 50 recuerda al consejo su deber de hacer opcio– nes concretas y valientes entre las múltiples posibilidades en el campo apostólico. Este mismo deber urge al consejo, cuando la frater– nidad debe hacer una opción en el campo de la justicia o en la vida pública. El visitador, cuando visita el Consejo na– cional debe \nformarse acerca de cómo se ha hecho presente en la vida nacional, cuando como asociación cristiana ha debido sentirse interpelada ante una necesidad, una iniciativa de gran alcance, o una injusticia. Me vienen a la memoria dos ejemplos a este respecto. Quien lee las actas del Capítulo General de la OFS, celebrado en Fátima, puede constatar los enfoques diversos que, dentro del tema general "seglares franciscanos en el mundo de hoy" dieron los delegados al apartado de la familia. Los hermanos de Africa y de la India tomaron partido en defensa de la dignidad y libertad de la mujer y refirieron acciones en una línea qué a algunos de los participantes pudo parecer propia de un contexto histórico muy remoto, o no existido. A mí, que conocía algunas de esas fraternidades, me conmovieron sus opciones concretas y realistas, asumidas por un grupo de hermanos o por el consejo de la Fraternidad. El tema de la liberación está ausente de las "Constituciones". Véanse los artículos 18, 2; 22 y 32, 2; pero ciertamente los hermanos de América Latina se habrían referido a la libera– ción con otros rasgos y otra densidad. Es res– ponsabilidad de los consejos nacionales, y de los otros consejos en los varios niveles, el hacerlo cuando se trate de opciones o de orien– taciones que comprometan a toda la Fraterni– dad. La oración del franciscano "en el siglo" Fueron experiencia y decisión de seglares franciscanos las que llevaron a formular el art. 8 de la Regla: "Como Jesús fue el verdadero adorador del Padre, así hagan de la oración y de la contemplación alma de su ser y de su obrar". Las Constituciones han repetido esta formulación y, sin intentar mejorarla, le han añadido algunas notas que interesan mucho a la espiritualidad y a la oración del franciscano "viviendo en el mundo". "Busquen descubrir la presencia del Padre en el propio corazón, en la naturaleza y en la historia de los hombres, en la cual se cumple su plan salvífica. La contemplación d~ tal mis– terio los hará disponibles a colaborar en este designio de amor" (art. 12, 3). No puedo olvidar, entre mis primeras ex– periencias como asistente general de la OFS, 45
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