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camente secular. Estos fueron factores que in– fluyeron en esta falta de claridad. Hoy todavía los historiadores vacilan al encuadrar en la or– ganización eclesial a estos hermanos de los siglos XIII al XV, que querían vivir según la forma del santo evangelio en el siglo y al mis– mo tiempo retenían en su estilo de vida y orga– nización aspectos que los aproximaban a los religiosos. El Concilio V de Letrán y el papa León X tomaron decisiones que marcaron definitiva– mente la diferencia entre "terciarios regulares" y "terciarios seculares" 3. Esto no significó, sin embargo, por el momento, una profundiza– ción teológica de la vocación secular. Fue mayor el aporte de la época de León XIII quien intituló la regla por él aprobada "Regla de la Tercera Orden Sécular de San Francisco". Los nombres de León Harmel, Salvadori, Toniolo, Gonin, los grandes congre– sos de la Tercera Orden en Francia durante el pontificado de León XIII y primeros años de Pío X, y la vida de algunas fraternidades un tanto excepcionales son antecedentes proféti– cos de cuanto en la época del Concilio Vatica– no II se ha visto como característica de la "expresión secular" del carisma franciscano. Los capítulos IV y V de la constitución "Lumen Gentium", la "Gaudium et Spes", el decreto "Apostolicam actuositatem" vinieron a iluminar en forma admirable las orientaciones y las opciones que un número muy representa– tivo de franciscanos seglares y de asistentes espirituales fueron formulando desde el Con– greso de Asís, (1969) para la redacción de la Regla en la Semana Santa de 1977. Es la regla que sería presentapa a la aprobación de la Santa Sede. Se dividieron las preferencias para designar en nuestros días el movimiento peni– tencial franciscano: Orden Franciscana Secu– lar y Fraternidad Franciscana Secular. La Re– gla ha dado preferencia al primero; acogiendo también el segundo. Sí, hubo vacilación y discusiones respecto de la palabra "orden". Por el riesgo de malen– tendidos se dio, sin mayor dificultad, acogida unánime a la denominación "secular". No fal– tó especialista en historia franciscana que nos reprochase lo que él creía expresión "novedo– sa", fruto del "aggiornamento". A mí, personal– mente, la variada y compleja historia de la 42 'Tercera Orden" me creó algunas interrogan– tes; pero creí, y creo ahora más firmemente. que los seglares franciscanos y sus asistentes espirituales acertaron a expresar en términos actuales las fundamentales aspiraciones del movimiento penitencial inspirado por Fran– cisco y sus hermanos4. La aprobación de la Regla y de las Cons– tituciones y el movimiento eclesial postconci– liar hasta el sínodo de los Obispos, que trató el tema de la vocación y misión de los laicos en la Iglesia (1987), me han venido a confirmar y profundizar en esta convicción. Leyendo los aportes de los consejos nacio– nales y las Actas del Capítulo General OFS en que fue aprobado el texto de las Constitucio– nes (Roma 1987), para ser presentado a la aprobación de la Santa Sede, llama la aten– ción la casi unanimidad con que se llegó a la formulación del artículo que dice: "La índole secular caracteriza la espiritualidad y la vida apostólica de los miembros d~ la Orden Fran– ciscana Secular". La palabra secular, en la 'Tercera Orden" puede hacer referencia a los seglares y al clero diocesano. Las Constituciones han desarrolla– do ampliamente la secularidad por lo que res– pecta a los seglares. Han dedicado un solo artículo al clero secular. La dimensión secular en la Iglesia La dimensión secular, como enseña la ex– hortación "Christifideles Laici", recordando lo ya afirmado por Pablo VI, es propia de toda la Iglesia, que sin ser del mundo, está en el mun– do, en permanente diálogo salvifico con él. To– dos los miembros de la Iglesia participan en diverso grado y manera de esta condición se– cular, pero de un modo eminente y caracte– rístico "la índole secular es propia de los lai– cos" (LG 31)5. Están en el mundo cumpliendo una misión radicada en el bautismo. La expresión mundo está, como dice Pa– blo VI, "por la entera familia humana con to– das las realidades en que vive inmersa : la fa– milia, el trabajo, la cultura, la política. Es el ámbito y el medio en el que los laicos viven su vocación y en el que por lo tai:ito se santifican".
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