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los pobres y con los pobres. Esfuerzo primor– dial nuestro será intentar todo a fin de librar– los de su pobreza mediante una correcta pro– moción humana" (40). Quito nos decía: es– tar con los pobres. Taizé añadía: para gritar con ellos. Mattli concluye: en contra de la pobreza. Otra afirmación importante y de conse– cuencias significativas es que los pobres no só– lo son destinatarios, sino también sujetos: "Tendremos mucho que aprender de esta gen– te sencilla" (40). Esto no lo asimilamos fácil– mente. Nos cuesta renunciar al protagonismo, a ser considerados como los que sabemos frente a los indígenas ignorantes. Pero si so– mos coherentes con el Evangelio, tenemos que dejar de ser los de las iniciativas para convertirnos en hombres del diálogo. "Con este desasirse y replegarse a segunda fila, el hermano menor se encuentra en su clima pro– pio... No se presenta ni como superior ni co– mo inferior, sino como hermano" (18). Tene– mos que hacernos "poco a poco, innecesa- · ríos" (18) En sintonía con el documento de Quito, también Mattli acude a la motivación cristo– lógica y su condición kenótica: "permane– ciendo con Cristo en la kénosis de la no– violencia" (22) . El 111 CPO viene a concluir con una ala– banza y exhortación a quienes se solidarizan con los pobres: "Son de alabar aquellos her– manos que escogen estar más cerca de los po– bres y compartir con ellos la fatiga diaria de la pobreza" (40). Aquí tenemos elementos para comenzar a hablar de la espiritualidad no sólo de los pobres voluntarios, sino también de los po– bres forzosos, que son la mayoría de la huma– nidad. Sin la espiritualidad de la pobreza ma– terial, mal se puede comprender la espiritua– lidad de la pobreza voluntaria. El terreno está preparado para que nue– vamente América Latina retome el tema y lo aborde en la I ALAC, a propósito del tema de la formación (Nova Veneza 1979). En febrero del mismo año tuvo lugar el acontecimiento eclesial de Puebla, con la re– afirmación y lanzamiento de la opción prefe– rencial por los pobres. El eco sonaba con fuerza cuando nos reunimos en Nova Veneza. Notemos una variante notable en la me– todología de Mattli y Nova Veneza. Mientras Mattli parte de una visión teológica para ana– lizar en segundo lugar los contextos socio- económicos, políticos, culturales y religiosos del mundo (teología descendente, método de– ductivo), en Nova Veneza (también había sido así en Puebla) partimos de la situación real para elaborar los principios teológicos (teolo– gía ascendente, método inductivo). I ALAC (Nova Veneza, julio 1979) Estaba anunciado el IV CPO para la for– mación. Y América Latina Capuchina quiso prepararse y decir su palabra. Se puso en mar– cha una organización nueva, ALAC (Asam– blea Latino Americana Capuchina). Contó con la presencia de más de cien religiosos, entre superiores, formadores y formandos. Y a través de la experiencia y reflexión sobre la formación, salieron a flote ideas y compromi– sos que clarifican la espiritualidad del pobre. En la primera parte se recoge lo que se viene haciendo en el campo de la formación. Y descubrimos que en los mismos noviciados "existen esfuerzos de inserción entre los po– bres" (60). Exactamente ocurre en los post– noviciados: "Se practica el espíritu de mino– ridad en lo que se refiere al trabajo manual y a la inserción entre los pobres" (67). Se lle– ga a la conclusión: "En América Latina se constata una fuerte tendencia entre los jóve– nes a vivir entre los pobres, participando de su propia vida" (77). ¿Qué significa esto? "Se está superando un concepto de pobreza meramente exterior, y se descubren nuevas formas de encarnarla, cada vez más cercanas al pueblo" (84). Es de– cir, se está buscando realismo, dejar atr~s las apariencias, y esto sólo se logra en la inser– ción. Se sigue la línea trazada por Quito. La segunda parte es la elaboración teoló– gica a partir de esas experiencias. Lo nuclear para la espiritualidad del pobre se desarrolla en el capítulo de la formación para la mino– ridad. Se comprende la pobreza "no sólo como carencia, sino como disponibilidad total acer– ca de lo que se es y de lo que se posee en fa– vor de los demás" (172). Son dos elementos: carencia y disponibilidad. Ni carencia sin dis– ponibilidad, ni disponibilidad sin carencia. "Constituye un contrasentido querer ser po– bre sin participar de las condiciones de tra– bajo de los pobres" (173). En I ALAC, lo mismo que en Quito, el objetivo mental era la pobreza de espíritu que debe caracterizar a los religiosos. "La mino- 129

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