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su experiencia de Dios y lo que nos enseña, a partir de ella)" (II, 2, c). Este es nuestro compromiso y nuestro de– safío. CONCLUSION Siguiendo la línea genética de nuestros CPO y ALAC, se nota un proceso claro en la elaboración de una espiritualidad del pobre. Hay una primera fase representada por Quito y Taizé. La idea dominante es la po– breza de espíritu. Los capuchinos tenemos que ser pobres de espíritu, tenemos que hacer acto de presencia entre los pobres materiales. Más que la carencia de bienes, lo importante es la disposición espiritual, que tiene que ha– cerse visible a través de gestos y signos. En una segunda etapa Mattli, Roma y las dos primeras ALAC acentúan la pobreza ma– terial. Al subrayar que el motivo de la presen– cia entre los pobres es lograr la promoción y liberación de los pobres, se pone en eviden– cia que se trata de estar con los pobres contra la pobreza material, eliminando sus causas. Esto ya es evangelizar. Pero en la evangeliza– ción los pobres no son sólo destinatarios, sino también sujetos: ellos nos evangelizan. Com– prometerse con los pobres no es alejarse del Evangelio, sino llevar el Evangelio a sus últi – mas consecuencias. De ahí que la inserción debe darse ya desde la formación inicial. Finalmente la III y IV ALAC, y Garibaldi pueden hacer la síntesis entre pobreza mate– rial y pobreza espiritual. No hay contraposi– ción entre ellas, ambas se exigen mutuamente y se complementan. Se ha ido pasando de una concepción espiritualista de la pobreza a una concepción espiritual de la misma, encarnada en la po- breza material. El cristiano, y por ende el capuchino, debe tener inexcusablemente en su vida dos puntos de referencia: los pobres reales de nuestra sociedad y Cristo pobre y crucificado. Ante el testimonio de Cristo y la realidad de los pobres, no nos queda otro ca– mino que el de la solidaridad real y efectiva con los pobres. Hay unas cuantas afirmaciones explícitas, y otras implícitas, que se encuentran en es– tos documentos. Ellas podrían constituir las líneas maestras de la espiritualidad del pobre : - Sin oración no podemos ser pobres (Tai– zé). - Sin pobreza no podemos ser hombres de oración (Taizé) . - Los pobres nos enseñan el Evangelio (I ALAC). - Los pobres nos enseñan a ser hermanos menores (Roma). - Los pobres son sacramento de Cristo (II ALAC). - Sólo los pobres pueden ser profetas (III ALAC). - La contemplación auténtica lleva a la po– breza real (Garibaldi). Sólo los pobres pueden ser apóstoles (Ga– ribaldi). Sea nuestra conclusión la de la IV ALAC: "A todos queremos legarles nuestra ale– gría y nuestra esperanza. Alegría de ser capu– chinos en América Latina, y Esperanza de los pobres de estas tierras, que nos permite asegurarles a todos ustedes que el Señor efec– tivamente vino y vendrá". Amén. Desde los pemones de la Gran Sabana (Venezuela), abril 1990. 135

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