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82 correctivos institucionales al parecer inevitables, en busca de nuevas mediaciones socio-analíticas, a la vista de la nueva coyuntura mundial, con centros de poder cada vez más definidos como excluyentes: Continentes enteros que encajan cada vez menos en el esquema del proyecto neo-conservador capitalista y/o el "nuevo orden" preconizado. Pero, üabía esperar una cosa así en el momento actual de la Iglesia? No, seguramente. Y, sin embargo, ¿no es demasiado visible la dirección en la que han estado soplando los vientos del Espíritu por estas latitudes en estos últimos años? Hay una insistencia fuerte en el "Instrumento preparatorio" de la Conferencia de Santo Domingo que es clave dentro de la "iluminación teológica" que aporta en la IV Parte: la "desintegración" del Continente a causa especialmente del secularismo, el liberalismo y la conflictividad de América Latina. Y lo que se propicia, de hecho, es una "Iglesia integrada" en torno a la Jerarquía y las estruc– turas jerárquicas, un reagrupamiento del rebaño en torno al obispo. ¿No está indicando este enfoque una sospecha, cuando menos, de la rica y plural experiencia de la Iglesia Latinoamericana en los últimos decenios en la dirección de la Teología de la Liberación: la opción preferencial por los pobres, las comunidades de base, la misión profética de la Vida Religiosa, el lugar del laico y la mujer (ausente en el documento) en la Iglesia? Finalmente, el concepto de cultura que propicia el "Instrumento", dentro de una concepción prevalente de evangelización como adoctrinamiento, que subyace a todo él, dejaría de lado la singularidad y diversidad cultural de nuestro Conti– nente, y en el fondo su propia identidad (Macando está ahí, de todos modos, y no es sólo una creación de la fantasía de García Márquez). Se trata no de la impo– sición de una cultura "adveniente" (itodavía!), sino de una inculturación de la fe, cosa bien distinta, y tan resabida, por lo demás. Desde hace años hemos venido propiciando a través de nuestra Revista una reflexión encaminada a definir mejor nuestra propia identidad como franciscanos latinoamericanos. Los hermanos reunidos en la Asamblea de Cefepal, con ocasión de sus 25 años de vida, se esforzaron por ahondar esa perspectiva y abrir pistas para la reflexión y la praxis en esa línea. Necesitamos repensar continuamente la relación que existe entre evangelización e inculturación de la fe, entre carisma franciscano y realidad en un contexto diverso, étnica, cultural y religiosamente. Aunque soplen vientos en contrario, desde donde sea. Camilo E. Luquin

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