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PARA UNA NUEVA EVANGELIZACION Como es sabido, el año próximo se realizará en Santo Domingo la IV Confe– rencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), cuyo tema será: "Una nueva evangelización para una nueva cultura". En febrero del año pasado se hizo público en Bogotá un "Instrumento preparatorio. Elementos para una Reflexión Pastoral en preparación de la IV Conferencia General del Episcopado Latino– americano". No se trataba todavía del "Instrumento de trabajo" para la Conferencia, sino de una "primera herramienta", sujeta a la discusión pública, que, por cierto, ha sido muy matizada y bastante crítica del documento, especialmente en algunos aspectos. Por de pronto, el documento enfoca el tema de la evangelización de la cultura desde una óptica abiertamente clerical y elitista, con una visión que de hecho implica una ruptura con las intuiciones fundamentales de Medellín y Puebla. El punto de partida para una nueva evangelización no es ya la realidad latinoameri– cana y la vida eclesial en el Continente, con su andadura, sus adquisiciones, sus carismas, su talante profético a partir del Vaticano II, y de Medellín y Puebla, hitos insoslayables, sino la institución eclesial o más bien jerárquica, una Iglesia "integrada", término recurrente en el documento, en torno a un proyecto de la Jerarquía. El "instrumento preparatorio" señala una serie de desafíos mayores que se presentan a una evangelización nueva en la línea de la cultura moderna, el mun– do urbano y el secularismo, la misión de la Jerarquía en una Iglesia renovada, y en general, la modernidad, el lugar de las clases medias, que el documento, al parecer, privilegia como destinatarias de la evangelización en el mundo actual, la pastoral de las grandes masas, con la incidencia en las mismas de los medios de comunicación social. La manera de enfrentar esos desafíos es, sin embargo, en el "Instrumento preparatorio", más coherente con una visión piramidal y etnocentrista europea y con el modelo de evangelización apoyado en las culturas y poderes dominantes (el de la "primera evangelización"), como se patentiza en la primera parte del documento titulada "Visión histórica...", que en el modelo cuyo punto de partida son los pobres y los marginados, modelo que coexistió, también, evidentemente con el anterior (el aporte franciscano fue decisivo al respecto), y que fue retomado explícitamente para la Iglesia Latinoamericana por Medellín. En el contexto social, político y económico actual, actualísimo, la realidad latinoamericana y, en general, la de todo el Tercer Mundo, está aún más marcada por la marginalidad que hace tres decenios. Los pasos dados por la Iglesia Latino– americana en la dirección correcta: la de la defensa de la identidad de los pueblos latinoamericanos y la búsqueda de una evangelización coherente con la misma, están ahí, y no se pueden desandar. En lugar de retroceder a posiciones seguras, lo que una instancia eclesial tan relevante y decisiva como la Conferencia General del CELAM hubiera necesitado es una reflexión teológica en la línea de la Teología de la Liberación, aun con los 81

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