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gún el Espíritu Santo se lo dio a entender y el mismo Francisco lo reveló más tarde a sus hermanos" (LM 1). La transformación del mundo y la refor– ma de la Iglesia se realizarán al unísono con la vuelta al Evangelio. Una vez que ha escu– chado el envío de los discípulos por parte de Jesús, Francisco exclama: "Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica" (lC 22). Finalmente, la Vida Religiosa. Francisco no quiere ser sacerdote. Ni tampoco agusti– niano, benedictino ni cisterciense: "Herma– nos míos, Dios me ha llamado por el camino de la sencillez y de la humildad... No quiero que me mentéis regla alguna, ni de S. Benito, ni de S. Agustín, ni de S. Bernardo ni otro camino o forma de vida... Y me dijo el Señor que quería que fuera yo un nuevo loco en es– te mundo" (EP 68). Es un nuevo estilo de vida religiosa, itinerante, mendicante, en medio del pueblo pobre y creyente. Esta es la lectura de la realidad de su tiempo, y la respuesta crítica conforme a la forma del santo Evangelio. Nosotros no sere– mos fieles a Francisco, y mucho menos a Je– sucristo si nos amoldamos a un mundo sin anunciarle el Evangelio; si nos acomodamos a una Iglesia que se busca a sí misma; si ve– getamos en una vida religiosa que vive sólo por inercia, sin capacidad profética de buscar y abrir nuevos caminos. Para ser fiel al proyecto divino, pienso que la tarea elemental de todo franciscano debe moverse en los siguientes parámetros: A) Dejar que Dios sea Dios: Aceptar la ori– ginalidad y libertad de Dios, su novedad y gratuidad, sus caminos imprevisibles. Puede quebrantar las leyes del juego pero nunca para perjudicarnos sino para favo– recernos. Dios es fiel a su amor. Noso– tros no podemos ponerle leyes ni hora– rios al Señor de la historia. B) Hacer que el hombre sea humano: El hombre puede degradarse. Ser humano es un proceso dinámico. Cooperar con Dios en la tarea de humanizar. Ser hu– mano es aceptar nuestra creaturalidad, te– ner corazón, reivindicar la misericordia, abrirse al futuro y a la esperanza. C) Lograr que los hombres sean hermanos: Que lo humano florezca en lo fraterno. La hermandad es el reconocimiento de nuestra filiación divina, es posibilitar el Reino de Dios Padre, preparar la mesa común en la que nadie sea marginado: ni pobres, ni indígenas, ni mujeres, ni los de otras religiones. D) Permitir que el mundo recupere su armo– nía: Que dejemos de contaminarlo, que lo hagamos humano y habitable, para que transparente la gloria del Señor. Cuatro ángulos de una misma tarea. No son pasos sucesivos, sino implicados mutua– mente: respetar la ecología es humanizar; hu– manizar es fraternizar; fraternizar es recono– cer y glorificar al Padre que está en los cielos. Con estos presupuestos veamos cuál debe ser la respuesta franciscana al mundo latino– americano de hoy y de mañana. Primera Parte MISIONAL MUNDO Nuestra misión al mundo no puede diso– ciarse de la misión de Jesucristo: "Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo" (Jn 17, 18). "Porque Dios no ha enviado su Hijo al mundo para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve" (Jn 3, 17). "Para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21). Intentando una más fácil comprensión, desglosaré las diversas perspectivas que en la realidad forman un todo. A El mundo creatural Al Comenzando desde abajo, el mundo nos ofrece la faceta material, con sus reinos mineral, vegetal y animal. No es el mundo un simple escenario, es también actor en el pro– ceso histórico humano. La creación es un ac– to salvífica. "Vio Dios que estaba bien" (Gén 1, 4.10.12.18.25.31). Y el mundo sigue la tra– yectoria de la humanidad. Cuando el hombre peca, el entorno sufre las consecuencias: "mal– dito sea el suelo por tu causa... espinas y abro– jos te producirá" (Gén 3, 17-18). "La creación fue sometida a la vanidad, no espontánea– mente, sino por aquél que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa li– bertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto" (Rom 8, 20-22). 21
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