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66 comunidad fraterna, que sólo puede ser fruto del Espíritu, y que crece y se desarrolla en la medida de la fidelidad a ese Es– píritu, y cuya exigencia fundamental es convertirse en un ámbi– to de comunión y libertad en medio del mundo. Los hombres de nuestro tiempo están hoy como nunca a la espera de esa utopía, la utopía cristiana, la de una comunidad y una institución que se entienda constitutivamente a sí mis– ma como servidora del hombre, y del hombre entero, no sólo en su dimensión religiosa. Una Iglesia así no necesita apoyarse en ninguna ideología, sino en la palabra de Jesús y en la fuer– za del Espíritu, que crea la unidad y la comunión en la liber– tad. Donde se está dando esta utopía, y se está dando en algu– nos lugares, la Iglesia se ha convertido en un ámbito familiar y fraterno donde se sienten a gusto los teólogos y los simples clérigos, los intelectuales y los hombres del pueblo, y donde sólo se pueden sentir mal los privilegiados y los sectarios. No es fácil situarse hoy -nunca lo fue, tampoco para san Francisco- frente a una Iglesia que se muestra temerosa de enfrentar ciertos desafíos del mundo contemporáneo, y quepa– recería propiciar, en el mejor de los casos, un reformismo sin sobresaltos, refugiándose en lo que alguien ha llamado una "doctrina de la seguridad eclesial". Y, concretamente, no es fácil aceptar hoy el "modus proce– dendi" de algunas instancias de la Iglesia con aquella "santa humildad y reverencia" que san Francisco reclamaba de sus hermanos como la mejor manera de relacionarse con la Iglesia en situaciones conflictivas, y de "convertir a los prelados" (LP 20). Nuestro hermano Leonardo Boff ha sido invitado última– mente por las Sagradas Congregaciones para la Doctrina de la Fe y para los Religiosos a guardar un "respetuoso silencio", al parecer por un tiempo indeterminado. Se trata, en realidad, de una sanción, o una medida disciplinaria bastante inusual, que ha sorprendido no sólo al propio interesado (pocos días antes conversábamos con él, y nos aseguraba que no era de temer ninguna medida de ese género), sino a otros muchos. Missionszentrale der Franziskaner, de Bonn, ha manifesta– do su "tristeza y consternación" por esa medida que ha obliga– do a Leonardo Boft "a abstenerse de sus responsabilidades en la redacción de la 'Revista Eclesiástica Brasileira' y sus otras actividades como conferenciante y escritor". Los mismos sentimientos nos embargan a nosotros. Al conocer la decisión de las Sagradas Congregaciones, que le fue comunicada a través del Hno. Ministro General el 1° de mayo, ha reafirmado nuevamente su acatamiento y sumi– sión a la Iglesia, agregando que "las medidas adoptadas por

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