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CAMINAR CON LA IGLESIA Como nunca, sin duda, a lo largo de su historia, coexisten hoy al interior de la Iglesia diversas eclesiologías, en las que subyacen, al menos en sus expresiones más extremas, distin– tas y contrarias ideologías. Quiérase o no, ésta es una realidad, y la solución no pue– de consistir en armonizar los contrarios hasta encontrar un único modelo eclesial, porque la Iglesia no es una ideología, sino un acontecimiento, no una escuela de doctrina, sino una comunidad de personas, un espacio histórico-social y fraterno de encuentro y liberación para todos los hombres, y especial– mente para los eternamente postergados de la mesa común y de la sociedad. El malestar (creciente) que se observa hoy, especialmente en algunos sectores eclesiales tiene su origen, al parecer, en el predominio (también creciente) al interior de lq Iglesia de una eclesiología que se supone inspirada en una mentalidad res– tauracionista de cristiandad recuperada y "sacra potestas". A pesar de los progresos realizados a partir del Concilio Vaticano I1 hacia una concepción de la Iglesia como "sacra communio" y pueblo de Dios en camino, la eclesiología domi– nante parece ser aún -y las actuales tendencias involucionis– tas, especialmente en relación con ciertas adquisiciones conci– liares, lo confirman- la que tiende a identificar a la Iglesia con la Jerarquía, en detrimento de otras eclesiologías con otros lugares teológicos y otras expresiones concretas igualmente cer– canas, por lo menos, a la voluntad de su Fundador. Y lo que Jesús quiso, y, por consiguiente, la única alterna– tiva posible frente a cualquier modelo de Iglesia, fue crear una 65

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