BCCCAP00000000000000000001579

En esta lútea está el carisma franciscano: de– tectar y subrayar lo fraterno, vivirlo y anunciar– lo a todo el mundo. Proclamar la primacía de la vida fraterna llevará automáticamente a una desclericalización de la Iglesia como Cristo la propuso. Porque la sacerdotalización abusiva operada a lo largo de los siglos (centrando todos los ministerios en el sacerdote) ha traído como consecuencia la escasez de sacerdotes. La so– lución no es aumentar por todos los medios el número de sacerdotes, sino descentralizar y re– partir los ministerios. Nos hallamos ante el mismo fenómeno, pe– ro en otro sector, cual es el del desarrollo desor– bitado de las grandes ciudades. Lo que en un prin– cipío eran pequeños grupos de producción agríco– la, con relaciones familiares e interpersonales, am– biente sano y contacto con la naturaleza, se han ido transformando en grandes centros anónimos, burocráticos, de cemento y asfalto, masificadores. Y la Iglesia se ha dejado contagiar, perdiendo la sencillez de sus orígenes evangélicos, y ha creado las grandes parroquias urbanas con sus exigencias de burocracia, centralización de servicios y una in– dudable lejanía del espíritu del Evangelio. Se oye un clamor generalizado en favor del grupo pequeño, de la minifraternidad, del retor– no al campo. La desclericalización lleva consigo la renuncia al prestigio ante los grandes del mundo, y el rechazo a todo poder. Nuestra minoridad está pidiendo una sensibilización en estos campos e ini– ciar un nuevo éxodo de los centros urbanísticos hacia la periferia del suburbio y del campo, recu– perando la libertad cristiana para el anuncio pro– fético de la buena nueva a los pobres. 4. Desafío de América Latina Para los que trabajamos en este Continente, nuestra "Tierra Santa,, es América Latina. El amor de Jesús a su pueblo - No he sido envia– do sino para las ovejas perdidas de Israel (Mt 15, 24) - es una invitación a que nosotros hagamos lo mismo con nuestro pueblo. Debemos tener una respuesta para esta gente, sin pensar en tradiciones europeizantes. El mismo Francisco de Asís supo hablar de "lugares y tiempos" (2R 4). Nuestra fidelidad al Evangelio pasa a través de la fidelidad al hoy de América Latina. Quiero aludir, lo más brevemente posible, a la voz del pueblo latinoamericano a través de los dos eventos más significativos del Episcopado iberoa– mericano: Medellín y Puebla, y principalmente en los aspectos de formación. Unas citas, no más, para reflexionar. MEDELLIN puso el acento en una educación liberadora. "La tarea de la educación de estos her– manos nuestros no consiste propiamente en incor– porarlos a las estructuras culturales que existen en tomo de ellos, y que pueden ser también opreso– res, sino en algo mucho más profundo. Consiste en capacitarlos para que ellos mismos, como autores de su propio progreso, desarrollen de una manera creativa y original un mundo cultural, acorde con su propia riqueza y que sea fruto de sus propios es– fuerzos" (Documento 4, N. 0 3). Se pone un relieve especial en que los educan– dos sean sujetos de su formación: "educación libe– radora es la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo" (Documento 4, N.O 8); en la necesidad de no prolongar las situaciones injustas, y fomentar la creatividad: "Los métodos didácti– cos están más preocupados por la trasmisión de los conocimientos que por la creación entre otros valores, de un espíritu crítico. Desde el punto de vista social, los sistemas educativos están orienta– dos al mantenimiento de las estructuras sociales y económicas imperantes, más que a su transfor– mación" (Documento 4, N.o 4). Esto es inadmi– sible. Se denuncia una educación uniforme, pasi– va, que fomenta el "tener más" en vez de "ser más" (cfr. Documento 4 , N. 0 4). "La educación en todos sus niveles debe llegar a ser creadora, pues ha de anticipar el nuevo tipo de sociedad que busca– mos en América Latina; debe basar sus esfuerzos en la personalización de las nuevas generaciones, profundizando la conciencia de su dignidad huma– na, favoreciendo su libre autodeterminación y pro– moviendo su sentido comunitario" (Documento 4, N.o 8). "Debe capacitar a las nuevas generaciones para el cambio permanente y orgánico que implica el desarrollo. Esta es la educación liberadora que América Latina necesita para redimirse de las ser– vidumbres injustas y, antes que nada, de nuestro propio egoísmo. Esta es la educación que recla– ma nuestro desarrollo integral" (Documento 4, N.O8). Ya hablando directamente a los religiosos, des– taca, además de una seria formación espiritual, fa conexión del desarrollo con la justicia y la caridad, la necesidad de la formación social dando impor– tancia a las experiencias vitales, con miras a la 21

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz