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No se trata de preverlo todo, sino de in– dicar cauces a la iniciativa de los hermanos y del consejo. La Carta de los Ministros Generales "Vo– cación y Misión de los Laicos Franciscanos" señalaba en 1989 la necesidad de la renova– ción en cuanto al modo de celebrar las re– uniones. Se hacían eco los Ministros de la convicción muy difundida de la necesidad de actualizar las reuniones de los seglares fran– ciscanos en cuanto a la dinámica y aun en cuanto al contenido, sin dejar de reconocer que se han hecho progresos. El consejo y su ministro son los principales responsables de preparar y animar espiritual y técnicamente las reuniones (Const. 31,4). En cuanto a la organización de la frater– nidad, ya hace casi un siglo, se había intro– ducido el dividirla en secciones, al menos cuando el número de miembros era grande, sea por motivos de formación sea por moti– vos de apostolado. Hoy la nueva legislación dispone que cada fraternidad local se organi– ce y estructure según sus propias necesidades o exigencias, bajo la dirección de un único consejo. Cabe dividirse en grupos de estudio; cabe la existencia de algunos grupos perma– nentes, por ejemplo, de matrimonios, de al– mas consagradas, de especializados en un apostolado. El no haberlo hecho a tiempo, ha conducido a muchas fraternidades a la inmo– vi lidad y a la esclerosis. El consejo y el ministro, a quienes co– rresponde la guía y animación de la fraterni– dad son elegidos en asamblea de elección por los hermanos. La asamblea no debe limitarse a las elecciones. Es suyo el tomar decisiones que empeñan a todos los hermanos, por ejem– plo en opciones en el campo de la evangeli– zación o de la justicia. Creatividad y adaptación Las fraternidades seglares no son institu– tos religiosos. Son asociaciones de hem1anos y hermanas que viven en sus propias casas, que tienen lazos familiares y sociales que los obligan, y que al mismo tiempo no quieren 114 ser menos que los otros miembros de la Fa– milia Franciscana en vivir el carisma común. Esta condición secular exige que se dé un amplio campo a la iniciativa de los miembros de cada fraternidad; en particular a su conse– jo para que la comunión fraterna se exprese según las circunstancias en las que se desen– vuelve la vi da. Las Constituciones han tenido muy en cuenta este criterio : "En la guía ...de las fra– ternidades y de la Orden se debe promover las personalidad de cada uno de los herma– nos y de cada una de las fraternidades" (art. 33,2). Este mismo criterio de adaptación debe tenerse en cuenta para empeñarse en activi– dades apostólicas como comunidad cristiana (art. 50). La adaptación adecuada es el fruto natu– ral del buen funcionamiento y de la creativi– dad propia de una comunidad de base. Lo hemos d icho ya en el apartado precedente al recordar que cada fraternidad debe estructu– rarse y organizarse según las necesidades de sus miembros y las exigencias del ambiente eclesial y social. Conclusión Toda esta reflexión ha sido hecha como comentario a lo que las nuevas Constitucio– nes dicen acerca de las fraternidades locales de la OFS. El más valioso comentario es y será siempre la vida. Como escriben F. Allaire y J .P. Rossi: "Que las fraternidades franciscanas sean de verdad lo que de ellas se espera y pide, es decir, comunidades de base en las que se vive y se construye la Iglesia con estilo y calor fraternos". Esto es algo que dista todavía mucho de haberse conseguido. Persiste todavía la idea de la Fraternidad como asociación con fines espirituales ... con el ries– go de partir en dos la vida de los hermanos y hermanas: por una parte la vida cristiana (parroquia, sacramentos, apostolado) y por otra "un plus", un algo de supererogación; mientras que la Fraternidad debiera ser el lugar de la unificación profunda del ser cris– tiano" (13).

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