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Con la expresión de "comunidad abierta" se insinúa también una renovación en el modo de las reuniones y en la organización de los programas. Con rigor canónico se reconoce únicamente a los profesos perpetuos el dere– cho a la voz activa y pasiva en el capítulo de la fraternidad (Const. 77, 1). Sería un grave error aplicar esta norma a todas las reuniones y actividades de la fraternidad. Los artículos dedicados a la familia, a la participación en la celebración de los sacra– mentos y en la Oración Litúrgica, a la pre– sencia activa de los hermanos y de la frater– nidad en la sociedad y a la comunión con la Iglesia particular, no pueden ser entendidos, menos aún practicados, en una comunidad cerrada como un ghetto. A la apertura de mente y corazón y a la colaboración con otros grupos eclesiales (art. 103), es necesario su– mar la disposición a abrir las reuniones de la fraternidad a quienes, no siendo profesos de la orden, pueden unir su esfuerzo al de los hermanos, sin alterar la fisonomía de una reunión franciscana. Lo que siempre se ha pedido a los herma– nos, que sean fermento y testimonio en el propio ambiente, se espera así mismo de la Fraternidad como comunidad de base, que vive las aspiraciones y los problemas de aque– llos en cuyo ambiente vive y se realiza. La consigna de Pío XII que la fraternidad sea "escuela de acción osada y pronta para la edificación del Cuerpo de Cristo" ha encon– trado amplia acogida en la nueva legislación (Const. 17,2;28;44). Más aún, rompiendo con las normas vigentes desde Pío X, ésta exige ahora que la fraternidad como tal tome "iniciativas eficaces ... en la promoción de la justicia, sobre todo en el campo de la vida pública" (Regla, 15). "En el campo de la promoción humana y de la justicia las frater– nidades deben empeñarse con iniciativas audaces en sintonía con la vocación franciscana y con las directivas de la Iglesia" (Const. 22,2) . En la promoción de una "nueva evange– lización" no es posible olvidar que las Cons- tituciones prescriben: "que se promueva en la Fraternidad la preparación de los hermanos a la difusión del mensaje evangélico "en las condiciones ordinarias de los seculares", y se los disponga para colaborar en la catequesis en las comunidades eclesiales (17 ,2). Pero estos temas serán objeto de una nue– va colaboración en "Estudios Franciscanos" . Reuniones y estructuras de las fraternidades Estar reunidos sin estar unidos no ayuda mucho. La reunión sirve para expresar la uni– dad y para promoverla. Durante siete siglos "los terciarios" han sido fieles a la reunión estatutaria mensual. Las fraternidades vivas no se han limitado a esta reunión mensual (10). Hoy las Constituciones prescriben: "La Fraternidad debe ofrecer a sus miembros oca– siones de encuentro y colaboración por me– dio de reuniones que han de tenerse con la mayor frecuencia permitida por las situacio– nes ambientales e involucrando a todos" (art. 53,1). El Ritual de la OFS indica que se pue– den tener reuniones de diverso tipo: de ora– ción, de trabajo, o simplemente de conviven– cia fraterna . Algunos hermanos celebran en común todos los acontecimientos familiares. En las reuniones de estatuto se prevén estos elementos: La acogida fraterna; Un tiempo para compartir la palabra de Dios; Un tiempo de estudio o de trabajo; La celebración litúrgica (Eucaristía o Li– turgia de las Horas). Las Constituciones aconsejan la celebra– ción comunitaria de la penitencia (art. 13) y aun de otros sacramentos y piden reunirse periódicamente para celebrar la Eucaristía. Donde esto no es posible o no es aconseja– ble, hay otros modos de aplicar a la fraterni– dad el principio de que "la Eucaristía hace la Iglesia" . 113

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