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ternidad y a la igualdad ... entendidas según las trajo a este mundo Jesucristo y las hizo florece r de nuevo san Francisco. La libertad de los hijos de Dios ... la fraternidad que tiene su origen en Dios, creador y padre de todos y la igualdad fundada en la justicia y en la caridad.. .". Eminentes "terciarios" echaban de menos en la Regla de León XIII estas líneas, por otra pa1te centrales en el magisterio del Papa: la justicia como base de una fratern idad univer– sal y la comunión fraterna. Esta deficiencia se sintió de nuevo con las vivas exhortaciones de Benedicto XV en la encíclica Sacra propediem al segundo congreso internacional de la TOF, marcando "el espíritu franciscano como espí– ritu de concordia, de amor y de paz". Vista la conveniencia de dar a las frater– nidades líneas más completas para su organi– zación y orientaciones más apremiantes para animar en ellas la vida de fraternidad y el empeño apostólico, y no queriendo tocar la Regla, fueron elaboradas las constituciones que la Santa Sede aprobó el 25 de agosto de 1957 . En ellas encontraron cabida en gran parte las inquietudes del Congreso de Moderadores laicos de 1950. En el art. 3 de estas constituciones se ex– horta a los hermanos "a que promuevan asi – duamente en la fraternidad y en la Orden el espíritu de familia, para formar una verdade– ra comunidad de hermanos". En otros artícu– los (40 a 43) se recuerda el mandamiento del amor fraterno y la caridad hacia todos los hombres. En los artículos 147 y 148 se hace una hermosa aplicación de este espíritu de familia en el trato con los hermanos a los que hay que corregir, o tal vez excluir de la fra– ternidad. La Orden Tercera es presentada como la "comunión de todas las fraternida– des confiadas por la Iglesia a las cuatro Fa– milias Franciscanas" . Y se abre la posibilidad de una organización nacional e internacional de esta solidaridad fraterna. La expresión fra– ternidad, que encontramos en Nicolás IV y que luego desaparece en la Regla de León XIII y en estatutos precedentes, retorna ahora I IO en las traducciones para designar la comuni– dad local. La eclesiología del Concilio Vaticano II, los estudios acerca de la persona y de la obra de Francisco de Asís y algunos documentos como la Declaración de los ministros provin– ciales franciscanos y capuchinos de habla francesa del año 1965 dieron un nuevo im– pulso a esta afirmación de la vida fraterna. Me es grato recordar tres momentos: El congreso de Asís, 1969, y los "Idearios" o "Way of Life" que le siguieron. La Regla. En el proyecto redactado por la Comisión Internacional, que fue remitido por el CITOF a los consejos nacionales en 1975, se dice después de recordar el llamado a formar parte del Pueblo de Dios: "La Fraternidad secular es una cé– lula de este Pueblo de Dios; como tal es un ambiente vivo y fraterno en el que se vive la escucha de la Palabra y la comu– nión fraterna, en el que se celebra la frac– ción del Pan y la acción de gracias y se promueve la vida apostólica". En la Regla aprobada por Pablo VI, en el art. 22, uno de los artículos clave de la misma, se presenta la Fraternidad local como "signo visible de la Iglesia que es una comunidad de amor" y como "lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial, la vocación franciscana y ade– más animación de la vida apostólica". Con disgusto de algunos de los más activos colaboradores en la redacción de este ar– tículo, al afirmar la necesidad de que la Fraternidad local sea erigida canónica– mente, se deslizó un adverbio en el texto, que parece decir que es la erección canó– nica la que hace a la Fraternidad signo de la Iglesia. Los redactores hubiesen queri– do afirmar la acción del Espíritu y la res– puesta de los miembros de la comunidad a esta inspiración más que el aspecto canónico. El capítulo general de la OFS celebrado en Roma en 1982 y cuyo tema central fue "La Formación de los Responsables" (8).

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