BCCCAP00000000000000000001574

LO TEOLOGAL FEMENINO Carlos Bazarra, ofm. cap. Desde tiempo inmemorial estamos vi– viendo el deterioro de lo femenino. Con ex– cepción de alguna cultura matriarcal, la mujer ha sido relegada a situaciones de inferioridad y servidumbre. En la misma generación del hombre y de la mujer, los antiguos ya estable– cían diferencías humillantes (1). Y recorda– mos la oración del rabino que daba gracias a Yahveh porque no lo había hecho mujer. El puesto de la mujer en la sociedad he– brea quedó reflejado en algunos pasajes de las cartas paulinas: "La cabeza de la mujer es el hombre. Toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada... El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre. Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hom– bre... (1 Co 11,3-9). "Las mujeres deben estar sumisas a sus maridos en todo" (Ef 5,24). "La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni domine al hombre. Que se mantenga en silen– cio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión" (] Tim 2,11-14). El dato era tan evidente e injusto que provocó la reacción espontánea de las muje– res. El movimiento feminista ha cobrado un gran impulso en la actualidad. Incluso la je– rarquía católica se vio en la necesidad de salir en su defensa con la publicación de la encíclica "Mulieris dignitatem" (2). El tema de la mujer en la teología se ha puesto de moda con la decisión adoptada en la Iglesia Anglicana de ordenar también a las mujeres. La minoría, que no quiere aceptar esta práctica, amenaza con un cisma o con pasarse a la Iglesia Católica. Las considera– ciones que brotan de este hecho son dispares. Escándalo ante el gesto anglicano, admiración por su valentía para responder a la situación antropológica y social de nuestro tiempo, te– mores ante el paso de un número considerable de anglicanos al catolicismo y expectativas de unión de ambas iglesias. Un escritor de temas eclesiales manifestaba no hace mucho: "No sólo no me rasgo las vestiduras ante este cisma anglicano, sino que creo que, lejos de dificultar el diálogo ecuménico, a la larga va a provocar de hecho el acercamiento definitivo entre ambas iglesias. Será la misma vida la que se irá imponiendo y demostrando que es absurda la situación de hermanos separados, sin que no nos hayamos abrazado aún los cristianos. Quizás lo hagamos con los anglicanos por este camino de la práctica, "por amor a la mujer", a su verdad entera y a su papel en la sociedad, justipreciándola cabalmente como auténtica persona humana" (3). Las líneas torcidas de Dios pueden servirse de la mujer y su función femenina para lograr lo que la autosuficiencia masculina ha torpedeado a lo largo de siglos. En el segundo encuentro internacional sobre "Cambio social y pensamiento cristia– no en América Latina" celebrado en El Escorial (España) en los primeros días de julio de 1992, Ivone Gebara, conocida teóloga brasile– ña, tuvo una ponencia muy valiente sobre el influjo de lo femenino en el pensamiento cris– tiano. En espera de la publicación de las ac– tas, adelanto algunas ideas tomadas a vuela pluma de su conferencia: La mujer ha estado ausente en la teología, perdida en la masa marginal de un discurso masculino englobante; poco a poco se fue convirtiendo en un tema entre otros; después comenzó a emerger la conciencia de la mujer como oprimida, para llegar hoy a considerar a la mujer un desafío a la antropología que sustenta nuestra teología. Gebara nos invitaba a tomar al hombre y a la mujer más allá de lo meramente humano, superar la desigualdad antropológica que está l01

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz