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Conventuales, en una carta digna de ser re– cordada, afirmaba la importancia de la Ter– cera Orden en la Familia Franciscana y en la Ig lesia; asociaba a la responsabilidad de los supe riores religiosos la de los Ministros y discretorios de las fraternidades; proclamaba la unidad de la Tercera Orden y concedía al Discretorio voz deliberativa en la aceptación de los candidatos, en la ayuda a los hermanos necesitados y en la exclusión de un hermano de la Orden.ml En el Congreso de los Moderadores lai– cos ( 1950) la voz de Dossetti en favor de un lai cado que "había ya salido de la infancia y era ya en la Iglesia un joven vigoroso y los deseos ele tantos seglares y de algunos comi– sarios jóvenes no fueron suficientes para que se operase un cambio radical; pero dieron lugar a pasos importantes. Las Constituciones de 1957 acogieron en buena parte estas aspiraciones. Insisten fuer– temente en llamar a los terciarios francisca– nos a ser miembros activos en la sociedad y en la Iglesia y señalan apostolados preferenciales. El gobierno ele las fraternida– des en los diversos niveles es competencia del director religioso franciscano y del Mi– nistro y discretorio que forman su consejo natural. "Corresponde al discretorio promo– ver la perfección evangélica de los terciarios y sugerir medios oportunos para conseguir– la..." "animar los vínculos fraternos entre los inscritos y promover obras de apostolado y de caridad" (art. 133). "El Ministro, como indica su nombre, debe ser el servidor de todos; es el primer dirigente de la fraternidad. Es deber suyo foinentar y asegurar junto con el Director la vida espiritual y la disciplina de los tercia– rios, sobre todo de los dirigentes" (art. 140). Los Comisarios, delegados de los Superiores mayores, coordinan las actividades y la vida de las fraternidades en ámbito provincial, y en años siguientes, en ámbito nacional e internacional. Los religiosos siguen siendo directores, con una mayor presencia que la del laicado . El Concilio Vaticano II señaló una hora decisiva. Por pasos sucesivos: el Congreso Internacional de Asís (1969), el Estatuto para la Asistencia Espiritual de la TOF (1971 ), la aprobación de diversos Idearios o Way of Life institución del Consejo Internacional (1973), se fue andando un camino que culmi– nó en la redacción y presentación al Papa para su aprobación de una nueva Regla. Los congresos de historiadores de Asís (1973) y de Roma (1976) dieron también mucha luz sobre el tema. Los Ministros La expresión "Ministro" no es exclusiva del franciscanismo; se conoce entre los Cistercienses y los Trinitarios; pero concuer– da muy bien con la espiritualidad franciscana. Francisco acostumbraba a añadir al término latino e l correspondiente en lengua vulgar: "ministro y siervo" o tal vez "ministro y servidor" .t 14 l En la Carta a todos los Fieles dice que "los que han recibido la potestad de juzgar a otros, ejerciten el juicio con misericordia al modo que ellos quieren obtener misericordia del Señor" (28) y más adelante que "aquel a quien ha sido confiada la obediencia y quien es tenido por mayor, sea como el menor y servidor de los demás hermanos" (42). Es curioso, pero con el correr del tiempo la expresión "Ministro" parece cubrirse de una pátina de prestigio y de color clerical. Evoca la autoridad entre los religiosos. Cuan– do comienza a organizarse la O.F.S. a nivel nacional e internacional, se abre camino el término presidente para designar al responsa– ble a nivel nacional e internacional. Así en las Constituciones de 1957 (art. 121) y en la redacción del primer "Estatuto del Consejo Internacional", ahora ya único ( 1975). La Regla de Pablo VI acoge los dos términos, tanto ministro como presidente, para el res– ponsable de animar la fraternidad en los d i– versos niveles. En el capítulo electivo de Madrid (1984), después de un cierto predo- 123
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