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señalan primero sus cualidades naturales: "Era naturalmente cortés en modales y palabras según el propósito de su corazón, nunca dijo a nadie palabras injuriosas o torpes; es más, joven juguetón y divertido, se comprometió a no responder a quienes le hablasen de cosas torpes. Por todo esto corrió su fama por toda la provincia, y muchos que le conocían afir– maban que llegaría a ser algo grande". < 3 > Ahora bien: los Tres Compañeros ven elevado este carácter de Francisco a otro es– trato superior. Entonces escriben: "Pues eres generoso y afable con los hombres, de los cuales nada recibes, sino favores transitorios y vanos, justo es que por amor de Dios, que es generosísimo en dar la recompensa, seas también generoso y afable con los pobres". < 4 > Este cuadro de naturaleza y gracia que verazmente nos da la silueta de Francisco en su venir a hacerse santo, ha suscitado una doble tendencia en sus numerosos historiado– res. Unos han sentido a Francisco inundado por la gracia de Dios a lo largo de su vida. Otros se han atenido a las cualidades natura– les, que j uzgan geniales en este hombre ex– traordinario. Típico de los primeros ha sido trocar el alumbramiento de Francisco por la madre Pica en un pequeño Belén francisca– no. Los segundos han sido muy amplios en escribir su aspecto meramente humano. Con ojo avizor han escrutado aquella alma gran– de, capaz de arrastrar en pos de sí a otras innumerables . R. Fulop-Miller, en su obra Santos que conmovieron al mundo, penetra en é l por la puerta grande del amor. Pero lo hace exc lusivamente desde un desbordante psicologismo. Como éste, han sido muchos los que han hecho de Francisco tema de ensayos psicológicos. < 5 > Por nuestra parte, en esta larga reflexión hemos querido aunar lo que siempre ha esta– do unido en la mentalidad franciscana: natu– raleza y gracia no fue problema, como el tan acremente discutido en las aulas, sino praxis vital en la que mutuamente se aúnan. Contra escisionismos malsanos San Francisco actuó comunitariamente sus cualidades naturales y sobrenaturales como dones de Dios. "Todo es gracia". Sin duda, prevalecieron en su vida los dones sobrenaturales. De ellos se hablará en las secciones ulteriores de esta obra. En esta primera, queremos preocuparnos de sus gran– des vivencias naturales. A estas vivencias hoy les solemos dar el nombre de ideales< 6 >. Parece un nombre feliz. Con ellas damos a entender aquí que no nos vamos a preocupar tanto de lo temperamental de Francisco cuan– to de los ideales que daban aliento y sentido a aquella vida. Múltiples ideales bullían en aquella men– te juvenil. Los hemos agrupado en torno al más destacado: el ideal caballeresco. Este ideal se ha desarticulado comúnmente en tres modelos: caballero - trovador - juglar. A veces se los acerca en demasía hasta casi fusionarlos. Pensemos, sin embargo, que des– de la historia interna de las ideas en la Edad Media, es necesario tener presente su gran diferencia. Nuestro punto de mira para esta diferen– cia es la actuación caballeresca, muy distinta en sus tres ciclos principales : francés, bretón y provenzal. < 7 > De cada uno de estos ciclos Francisco asume un rasgo característico. Del ciclo francés, el de Cario Magno, Roldán y demás adalides, la lealtad de servicio hasta el heroísmo. Del ciclo bretón, el del rey Artús y sus caballeros de la Tabla Redonda, la conciencia de que todos los caballeros son iguales en el servicio. Del ciclo provenzal, la manera peculiar de vivir en las "cortes de amor", cuyo objeto primario era la gracia ideal de la mujer amada, que en trueque a lo divino llegará a ser en Francisco Dama Po– breza. Debemos detenernos en describir cada una de estas vertientes del ideal caballeresco, ya que a través de ellas, nos será dado perci– bir lo peculiar y deliciosamente humano del alma de Francisco. 105

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