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VIVENCIA PRIMERA DE FRANCISCO Caballero - Trovador - Juglar Introducción "Todo es gracia", confiesa en su hora final el protagonista de la novela de G. Bernanos: Diario de un cura de aldea. Esto es más de notar por cuanto la pronuncia una conciencia torturada por una de las peores tentaciones: la desesperación. Todo le sale mal al joven cura de Ambricourt. Hasta los niños de su catequesis, con cuya inocencia quería arropar su pena, se ríen de él. "A causa de su sencillez, le amonestaba el párro– co vecino: molestas a todos, te ven pobre con los pobres; y todos su burlan de ti". Ch. Moeller, al comentar la compasión que susci– ta este drama tan cruel, escribe: "Los pobres pertenecen a la estirpe real de Jesucristo y de Francisco de Asís. Son ellos los que salvarán al mundo". < 1 > No sabemos si San Francisco, cuya silue– ta espiritual proyecta Ch. Moeller al lado de la de Jesucristo, sintió su alma bajo el peso de la desesperación, cuando va macilento por las calles de su ciudad entre befas e ironías durante los tres años que siguen a su conver– sión. De seguro que su fervor de neófito converso ahogaba todo posible asalto de ten– tación tan maléfica. Lo que sí nos consta por relato de Las Florecillas es que fue sometido a la tentación contraria a la desesperación. Tiene varios nombres: presunción, vanidad, suficiencia. Le provoca esta tentación uno de sus íntimos compañeros, fray Maseo. "¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti? ¿Por qué todo el mundo va en pos de ti?, le pregunta un día fray Maseo. Tú no eres hermoso de cuerpo, no sobresales por la ciencia, no eres noble, y entonces: ¿por qué todo el mundo va en pos ele ti?" Gozoso Francisco le responde: "Es que los ojos del Altísimo no han visto 104 Enrique Rivera de Ventosa, ofmcap. entre los pecadores uno más vil, ni más inútil, ni más malvado que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra creatura peor para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mi para confun– dir la nobleza, la grandeza, la fortaleza, la belleza y la sabiduría del mundo, a fin de que quede patente de El, y no de creatura alguna proviene toda virtud".(2) Anotemos el contraste y la corresponden– cia entre S-an Francisco y el cura de la novela de Bernanos. Ninguno parece tener cualida– des excepcionales. Pero el cura de la novela se siente asaltado por la desesperación por– que, debido a sus pocas cualidades, todos le huyen, se alejan, le condenan a vivir en solitario. Francisco, por el contrario, es de– clarado de valores nulos por Fray Maseo. Y sin embargo, atrae, arrastra... ¿No sucumbirá Francisco al demonio de la vanidad? Qué gran lección de vida el que ninguna de las dos conciencias sucumba a su respec– tiva tentación. Se debe ello a que sobra una y en otra brilla el misterio de Dios que se resume en esta fórmula: "Todo es gracia". Dones naturales y gracia divina De esta teología vivida por Francisco en su réplica a Fray Maseo, es a saber, que Dios le había elegido para mejor mostrar la efica– cia de su gracia, partimos ilusionados al in– tentar acercarnos a la intimidad del Santo . Ahora bien: si es verdad que "todo es gra– cia", también se deben reconocer los dones naturales como gracia de Dios. Esta realidad viviente aplicada a San Francisco nos la ha– cen sensible los Tres Compañeros que le trataron con intimidad. Con complacencia,

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