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afirma que, "no siéndole posible visitarlas y consolarlas personalmente, encargó a sus compañeros que fueran a cantarles las letrillas". Clara y sus hermanas debieron de apren– der el can to y de cntonarlo muchas veces, como preciada última voluntad del Padre 72 amado. Pero con el pasar de los s iglos las clarisas de San Damián dejaron olvidada le– tra y música. Ha sido un regalo del año san to franciscano, en especial para las hijas de santa Clara, el haber sacado del olvido esta joya. Extraído del Hermano Francisco.