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constituye uno de los componentes de la voca– ción franciscana. Uno de los aspectos más claros que habían tenido era el volver al ideal de vida de san Francisco. La radicalidad en la pobreza "La base o razón última que justifica to– dos los movimientos de reforma en nuestra Orden reside en la pobreza. Todo gira en tor– no a ella y se relaciona con ella, incluso las austeridades externas y las mismas prácticas de piedad". Las Constituciones de 1536 lla– man a la pobreza "reina y madre de todas las virtudes". Violar la pobreza, por ser esposa de Cristo y de Francisco, es ofender a Dios. Por eso se debe evitar el querer ser pobres sin que falte cosa alguna. Las primeras generaciones capuchinas rechazan el uso del dinero. No faltaron grupos y congregaciones de religiosos que se servían del hábito capuchino o de otro muy parecido, para procurarse más fácilmen– te las limosnas, con perjuicio de la Orden y escándalo de los seglares que no habrían creído nunca que un capuchino, en la obser– vancia radical de la regla, pudiese aceptar el dinero. La pobreza es una componente específica del espíritu franciscano. En las Ordenaciones de Albacina se recuerda que Cristo nació pobre y humilde y toda su vida fue un ejemplo de humildad y pobreza. Y esto enseña a san Francisco y a sus siervos para que fuese el principio, medio y fin de la conversión de los hermanos. Y de místico se puede calificar el camino necesario para alcanzar la pobreza que involucra tanto lo material como lo espi– ritual. Los capuchinos del siglo XVI se empe– ñan con ahínco en analizar el sentido literal de los textos de la regla. En la familia francis– cana, la lucha por la pobreza siempre ha coin– cidido con la historia de la hermenéutica de la regla de Francisco. Los capuchinos consideraban la pobreza como el fundamento de toda perfección fran– ciscana. Sin ella no habrá ni observancia regular ni oración. La pobreza resplandecía sobre todo en los edificios. Los primeros habi– táculos eran, en muchas ocasiones, de mim– bre y de barro. Eran albergues provisionales fabricados por los mismos frailes. Y mueblaje puede decirse que no existía. "Sus casas están apartadas de los pueblos, y son muy pobres, y viven en mucha aspereza". Los conventos se 174 construyen en las afueras de las ciudades, pobres y reducidos, con celdas estrechas, ven– tanas diminutas, corredores angostos. Las Igle– sias se construyen según el patrón general en el estilo más pobre del Renacimiento. Todo respira pobreza y sencillez franciscanas. Los capuchinos persiguieron la pobreza, persuadidos de que ella constituía el aspecto determinante del franciscanismo primitivo. Se desea una pobreza total, que consiste en una total expropiación afectiva y efectiva, concreta y práctica. Querían vivir como verdaderos pobres a los cuales les falta todo y por eso deben pedir cada día ayuda para seguir ade– lante en las manos de la Providencia que siempre remedia al que busca primero las "co– sas del Reino". La persona de Francisco ha sido funda– mental para todas las reformas de la Orden franciscana. Para la de los capuchinos parece que ha sido de un modo especial. La vida de los primeros capuchinos se trata de vivir conforme a la regla, a la mente y a la vida de san Francisco. Ya las Ordenaciones de Alba– cina acentuaban la "altísima pobreza" de Cristo según el ejemplo de san Francisco. El Santo se centra sobre todo en dos misterios de la vida de Cristo: su nacimiento y su muerte en la cruz. Los primeros capuchinos, olvidan– do ese primer misterio citado, acentuaban sobre todo la imagen del Cristo de la Pasión. Reducían su espiritualidad al Cristo de la cruz. El crucificado era el modelo de la pobre– za absoluta. Con el tema de la pobreza, también tiene que ver el que se habla de una Misa al día. Efectivamente, las Ordenaciones de Albacina así lo recuerdan. Ludovico de Fossombrone, principal relator de este documento, desea que se diga normalmente una Misa al día, para no faltar a la pobreza, pues el abrirse a celebrar más Misas traerá consigo el aceptar ofertas y dinero de las personas que las man– dasen. Las Ordenaciones de Albacina han trata– do de ser radicales en el seguimiento de Fran– cisco pobre que sigue al Cristo pobre. Han visto la "altissima paupertas" como total ex– propiación y fe absoluta en la Providencia. La primera generación capuchina ha redescu– bierto la fe en que quien se hace pobre por Dios no carece de sustento. Francisco bien sabe que la lógica del almacenar no es evan– gélica. Sabe que viviendo pobre no le ha de

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