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guardar un riguroso silencio, amar la soledad y la celda, nutrir un particular afecto de devo– ción a la beata Virgen y anhelar con más ar– dor la meta de toda perfección". El celo apasionado por la observancia de la regla tiene una motivación: Que se ha visto en ella la médula del Evangelio, el espejo de la perfección evangélica. Además los capuchi– nos no pueden olvidar las insistentes reco– mendaciones de san Francisco concernientes al celo de la regla. Por eso ya desde el princi– pio la comienzan a estudiar, llegando a hacer enumeraciones de los preceptos que comporta la regla. Los primeros capuchinos insisten en cier– tos aspectos un tanto olvidados y a veces vo– luntariamente silenciados: Forma del hábito, cumplimiento del testamento de san Francis– co, pobreza franciscana llevada a sus últimas consecuencias, fuerte austeridad de vida, pro– nunciados deseos de contemplación y aleja– miento del mundo. Todo esto, la verdad es que se encuentra ya a través de los siglos_ en la propia familia minorít_ica, no en_ s~ conJunt?, sino en hermanos ans10sos de v1v1r con radi– calidad la regla. La Orden capuchina era una de las refor– mas más florecientes. El íntimo, ininterrumpi– do y anhelante deseo de observar escrupulo– samente la regla y las intenciones de Francis– co, seguramente tiene que ver mucho ~n ello. "El único motivo fundamental del ongen de la Orden capuchina es el cumplimiento visce– ral de la regla, que conduce a los religiosos a apreciarla, estudiarla, llevarla consigo, leerla con frecuencia, conversar y meditar sobre ella. Y, como consecuencia, a plasmarla en la prác– tica sin limitación alguna". La novedad, al menos relativa, de los pri– meros capuchinos se encuentra en una obser– vancia "espiritual" de la regla, frente a una observancia "literal" basada en el mínimo obligatorio. Ellos, al igual que Francisco, no han impuesto la observancia literal de la Re– gla. Han deseado la observancia espiritual, es decir, según el Espíritu del Señor. Esta es la forma en que han podido abrirse a la plurifor– midad y a los signos de los tiempos. La observancia del Testamento Los capuchinos han dado siempre dentro de su vida un puesto previlegiado al testamen- 170 to de Francisco. Aquí, sobrepasando la decla– ración explícita de san Francisco, ordena?an observar el testamento con el fin de garantizar mejor la fidelidad a la regla. El testamento re– presenta la interpretación primaria de la Re– gla y determina el deseo d~ _la ~efor~a ca– puchina de rechazar t~do pnvileg10 o ?1spen– sa. Y ello porque constituye la glosa mas _clara de la regla. Esta convicción vendrá catahzada por la autoridad de Francisco. Tittelmai:is y fijada definitivamente en la primera lewsla– ción. En 1552, el dictado de 1536 que obhgaba a todos a observar el testamento de san Fran– cisco se había convertido en un sugerimiento. Pero en 1575 constituyó de nuevo un orden taxativo. En la acentuación del testamento de Francisco por parte de los capuchinos, está el claro influjo de los "Espirituales". La idea de la plenitud del Espíritu Santo en Francisco con motivo de su crucifixión mística y la aproximación a la muerte nos c_onduce a los escritos de Angel Clareno. Al cahficar el testa– mento espiritual como comentario a la regla, los autores de las constituciones de 1536 han alcanzado lo que Francisco deseaba. Como anteriormente señalaba, uno de los frailes que más influyó en la observancia del testamento fue sin duda Francisco Tittel– mans. Quiso acentuar siempre la observancia de la pobreza y del testamento de sa_n Francis– co, junto a la obligación del trabaJo manual para todos los hermanos. La insistencia en la obligación de observar junto a la regla tam– bién el testamento, nacía sobre todo del hecho de que en éste se obliga a trabajar a los frailes manualmente. El estudio o el ministerio no eran para él motivo de dispensa en el trabajo. Hay que decir que esta propuesta suya del tra– bajo manual no fue acogida en la Orden. Se temía una congregación de artesanos. Los ca– puchinos optaron por una pobreza ~endi– cante, y esto trajo bastantes consecuencias ne– gativas. Las Constituciones de 1536 "La fuente fundamental para conocer la espiritualidad de los capuchinos en _el p_rimer siglo de su historia son las Const1tuc10nes, que son no sólo el código le?is~ativo fun– damental, sino sobre todo el autentico proyec– to de vida, con la formulación precisa del ideal intensamente vivido".

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