BCCCAP00000000000000000001564

mo, siendo consideradas las diferencias como patologías y desvíos del único patrón acepta– do como válido, y por eso o son eliminadas, o en el mejor de los casos mal toleradas. La visión que se ha tenido de Dios como unidad ha apoyado ese tipo de sociedad y al mismo tiempo ésta ha proyectado sobre Dios su pro– pia distorsión que nada tiene que ver con el Dios Trino revelado en Jesucristo. Pero Dios se convierte para la humani– dad, y sobre todo para los seguidores de Jesu– cristo, en fuente de inspiración, en utopía di– namizadora. En la Trinidad no hay domina– ción a partir de uno de los integrantes, sino la convergencia de los Tres en una recíproca donación y aceptación. Ninguno entre ellos es anterior o posterior al otro, ni mayor ni me– nor, sino radicalmente diferentes. Por eso una sociedad que se deja inspirar por la comunión trinitaria no puede tolerar las clases, las domi– naciones a partir de un poder que somete y margina a los otros diferentes. Por su propia dinámica interna Dios se difunde para afuera creando otros diferentes para que acojan su amor comunicativo y vi– van como él, que es la mejor comunidad. Dios dialoga y respeta la alteridad Dios-Trinidad como Ex-istente que es, quiere comunicarse fuera <le sí en los ex-isten– tes. Este Dios vivo comunica la vida fuera de sí; vida que comporta siempre respeto, alteri– dad y libertad. Así, es este mismo Dios-comu– nión quien en la alteridad dialoga con su pue– blo, quien toma la iniciativa en ese diálogo de amor, y quien ofrece al hombre el don de par– ticipar de su vida divina. A partir de la historia de la revelación de la salvación se pueden indicar algunos hitos importantes de ese diálogo de amor entre Dios y su pueblo: Abraham, Moisés, jueces, profetas... y Jesús. En ese diálogo continuo de Dios con su pueblo se perciben algunas carac– terísticas que son importantes y merece la pena subrayarlas. La iniciativa en el diálogo salvífico siem– pre parte de Dios. Es él quien primeramente quiso amarnos de modo gratuito y sin mereci– miento por nuestra parte. Y por su amor hacia nosotros envió a su Hijo para hacerse uno como nosotros. 24 El diálogo de salvación no obligó ni obli– ga a nadie a responder positivamente. Dios deja que cada hombre libremente acepte o re– chace su propuesta. Cada uno es responsable de sus decisiones y actos, dentro de una comu– nidad que es responsable de los éxitos y fraca– sos sociales. Dios no coacciona ni obliga por la fuerza, sino que respeta la alteridad del hombre, incluso cuando éste no acoge la pro– puesta divina. El hombre es un ser abierto que está llamado a abrirse a los otros. Dicho diálogo se dirige en definitiva a todos los hombres, y no sólo a un pequeño grupo. El diálogo de la revelación de la salvación es un proceso donde Dios poco a poco se fue revelando conforme a la situación y cultura de los destinatarios. Proceso que culminó en la persona de Jesucristo. Esto se llama la pe– dagogía divina. Si se profundiza en el diálogo de Dios Padre con los hombres, y particularmente con su pueblo escogido al cual se reveló, es para que los cristi anos comprendan mejor cómo ha de ser su diálogo con otras culturas, bajo qué coordenadas se deben establecer las rela– ciones con los hombres de cualquier etnia o cultura. Jesús, modelo de solidaridad inculturada y de presencia testimonial y dialogante Dios quiso entrar plenamente en la histo– ria humana asumiendo la naturaleza humana en Jesús de Nazaret. Se convirtió en modelo de inculturación, de solidaridad inculturada y de una auténtica presencia testimonial y dia– logante. A partir de ahí es como se podrá reflexionar sobre la relación de la incultura– ción con la salvación, de la solidaridad incul– turada con la liberación. El judío Jesús de Nazaret en su época La vida y proyecto de Jesús no son algo abstracto, sino que se encarnan históricamen– te en relación dialéctica con el conjunto de condicionamientos y situaciones en que vivió. Así se puede decir: "La encarnación de Jesús, su nacimiento y vida se realizaron en condi– ciones bien definidas, en el tiempo y en la his– toria, con genealogía, en una comunidad y cultura determinadas. Jesús asumió radical-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz