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dígenas, sólo un pequeño grupo de la misma ha estado al lado de los indígenas (Montesi– nos, Bartolomé de Las Casas). Situación que poco ha variado actualmente, si nos atenemos a las palabras de Joaquín García, que partici– pó en dicho encuentro de Quito. La mayor exigencia hecha allí a las igle– sias se resume en estas palabras: que "reco– nozcan y respeten el derecho de los pueblos indígenas y el de la mujer indígena doble– mente explotada, a vivir y expresar su historia y lucha liberadora mediante su capacidad or– ganizativa, su religión y su cultura, persegui– das hasta hoy y que denunciamos, procuran– do la puesta en práctica de una libertad reli– giosa real, desde un diálogo ecuménico autén– tico". Los agentes de pastoral tomaron en tal encuentro ecuatoriano el compromiso de soli– darizarse con los indígenas y de apoyar la autodeterminación indígena. Los teólogos a eso añadieron que iban a programar encuen– tros para recoger la sabiduría de los pueblos indígenas. En octubre de ese mismo año de 1986, Quito volvió a ser sede de un acontecimiento indigenista. Esta vez se efectuó el segundo Curso Ecuménico de Pastoral Indigenista La– tinoamericano. El fenómeno de los indígenas que son agentes de pastoral fue expuesto allí con tanto realismo y crudeza por ellos mis– mos, que, comparándolo con las exposiciones de los documentos indigenistas anteriores, re– sulta novedoso. "Somos el producto de la Igle– sia, el más claro y trágico ejemplo de la acción dominadora y desintegradora de la Iglesia. Nosotros, indígenas agentes de pastoral, no sabemos en el fondo quiénes somos: ¿Pueblo o Iglesia? No tenemos personalidad propia (...). Nos quitaron nuestra madre para darnos otra, pero lo cierto es que nos quedamos sin madre alguna". Afirman que pueden servir de nexo entre los pueblos indígenas y la Iglesia, pero que no habrá diálogo si de antemano no se respeta su propia identidad indígena y la de su pueblo. REFLEXIONES TEOLOGICAS A través del análisis de los documentos indigenistas se constata que el otro, el diferen– te, no es aceptado ni respetado. Por eso la reflexión teológica se centrará en el Dios que se revela como alteridad y dialoga con su pue– blo. Además, el proceso de solidaridad incul- turada ha de ser iluminado a la luz de Jesu– cristo, que es nuestro modelo a seguir. Dios se autorrealiza en la alteridad Dios, que actúa y se revela en la historia como Dios de vida, no es otro que el Dios que realiza la vida en plenitud. "Las tres personas divinas son original– mente simultáneas y co-existen eternamente en comunión e interpenetración. Cada una es distinta de la otra por sus propias característi– cas personales y por las relaciones de comu– nión propias que desde siempre establece con las otras, revelándose a sí misma y revelando unas a las otras". Así la diversidad en comu– nión constituye la realidad fuente en Dios. La unidad sólo puede ser la unión de esta diversi– dad personal. Así el proceso de autorrealiza– ción, es poder cada Persona realizar a las otras personas. O mejor aún, la característica de cada Persona consiste en ser: para la otra, por la otra, con la otra y en la otra. Las tres Personas diferentes e irreducti– bles se encuentran siempre y eternamente en comunión, en koinonía. La diferencia no sig– nificará nunca la oposición ni la irreductible separación entre los mismos. Es en la diversi– dad que se da la comunión y la reciprocidad enriquecedora. Por eso a partir de la revela– ción, principalmente la del Nuevo Testamen– to, hay que acoger las diferencias como dife– rencias y proyectar una visión de Dios y del universo como realidades abiertas y en proce– so vital. La unidad no significará la negación de las diferencias ni la reducción de ellas al uno, sino que expresará la comunión y la interpenetración de todas ellas entre sí. La grandeza y riqueza de la comunión trinitaria reside justamente en ser la comunión entre tres Personas diferentes, en acoger la diferen– cia como medio de construir la unidad. Comprender la persona humana como "imagen y semejanza de la Trinidad implica dimensionarla siempre para el relaciona– miento abierto para con los otros; y sólo estando en los otros, entendiéndose a partir de los otros y siendo a través de los otros, es como se construye la identificación". Así la comunión de tres Personas diferen– tes nos lleva a una actitud crítica frente a la persona, la comunidad, la sociedad y la Igle– sia. En nuestra cultura occidental dominante predominó el individualismo y el uniformis- 23

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