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PRESENCIA TESTIMONIAL Y ACTITUD DIALOGANTE: CARACTERISTICAS DE SOLIDARIDAD INCULTURADA En el encuentro con otra cultura, donde hay signos de vida y amenazas de muerte, la solidaridad es la actitud primera y básica que debe ser tomada. Solidaridad que alcanza su máxima densidad y profundidad cuando asu– me de cerca la causa de estas personas margi– nadas, cuando vive con ellas y como ellas, como afirma el documento de Puebla. Tal proceso de solidaridad inculturada, si quiere ser auténtico, respetuoso, enriquece– dor, fecundo, y dentro de la libertad evangéli– ca, debe conllevar tanto una presencia testi– monial como una actitud de diálogo, es decir, de mutuo respeto y enriquecimiento. Estas cuestiones relevantes aparecen ya en los docu– mentos de los encuentros indigenistas. Co– mencemos por recoger los aportes de estos documentos. DATOS DE LOS ENCUENTROS INDIGENISTAS Según el Vaticano II la adaptación es la "ley de toda evangelización". El encuentro misionero indigenista de Melgar (Colombia) en 1968 supera la visión integracionista y pos– tula una adaptación. Allí se señala que "estar atentos a la vida de los hombres, al dinamis– mo de su historia personal y colectiva, a respe– tar los valores culturales y religiosos de los pueblos a los que llega la acción misionera, no es únicamente cuestión de adaptación pas– toral; es ante todo tratar de descubrir la forma como Cristo está realizando ya el plan de sal– vación que engloba a todos los hombres". Así uno de los tres principios de sus orientaciones pastorales es el "respeto y promoción de las diversas culturas entre las cuales la Iglesia realiza su misión". Jesús de la Torre, ofm cap. Aunque no se puede negar el carácter etnocentrista de Melgar, éste ya percibe que el encuentro de las comunidades indígenas con la cultura occidental va a ser inevitable, por eso alerta afortunadamente a los indígenas a que estén preparados "pedagógicamente para que dicho impacto no los desintegre, sino que al contrario, los ayude a evolucionar positiva– mente". Los datos de la encuesta previa a Melgar muestran claramente que la mayoría de los misioneros carecen de una formación huma– na, científica y teológica que tal convivencia con un pueblo indígena requiere. Por ello, una de las opciones pastorales allí tomadas fue la formación de los futuros misioneros antes de incardinarse en las comunidades in– dígenas, y el 'aggiornamento' de los que ya es– tán conviviendo con los indígenas. En el encuentro de Pastoral de Misiones realizado en 1971 en !quitos (Perú), la adapta– ción parece insuficiente y se indica que el camino y lenguaje más apropiado es el de la encarnación, el de la solidaridad. Es la gran novedad, comparándolo con el documento de Melgar. La Iglesia debe solidarizarse con los indígenas, "solidaridad que implica: compro– miso de máxima comprensión, respeto y acep– tación de las culturas autóctonas". Al mismo tiempo señala el motivo cristo– lógico de la inculturación cuando dice que "los misioneros deben insertarse en todos los grupos con el mismo afecto con que Cristo se unió, por su encarnación, a las determinadas condiciones sociales y culturales de los hom– bres con quienes convivió". En tal encuentro se indicó que la Iglesia debía concientizar al indígena de su situación, 21

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