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El discernimiento diario de cara a Dios en la contemplación Lo que ha captado Tomás de Celano en 1228, se documentó directamente sobre la fraternidad de San Damián: Rige ante todo en ellas la virtud de la mutua y continua caridad; de tal manera unifica las voluntades de t<;>das que, viviendo cuarenta y cincuenta juntas, un mismo querer y un mismo no querer crea en ellas un solo espíritu en la diversidad. Brilla en cada una la joya de humildad. . . el lirio de la virginidad y de la castidad envuelve a todas en su perfume ... y así brota tan grande amor al Esposo eterno, que arrastra la totalidad del afecto ... todas acreditan el título de la altísima pobreza... han alcanzado la gracia singular de la absti– nencia y de la taciturnidad ... están adornadas en modo admirable de la virtud de la pacien– cia... finalmente, han merecido la más alta contemplación. San Damián, manantial de fecundidad apostólica Francisco se alegró al ver que Clara rea– lizaba aquella su aspiración a la contempla– ción unitaria, que él tenía que alternar con las correrías apostólicas: Clara, como María, había elegido la "mejor parte". Estaba con– vencido de que ella y sus hermanas pobres contribuían del modo más eficaz a la cons– trucción de la Iglesia y a la difusión del Reino. Gregorio IX en su carta de 1228 expresó: "Ya que os habéis hecho un solo espíritu con Cristo, os suplicamos que nos tengáis presente en vuestras oraciones". Clara, lejos de considerarse aislada de la comunidad de los hombres o al margen de la misión común de edificar el Reino de Dios, seguía con atención desde su encerramiento cuanto acaecía de feliz o adverso en la Igle– sia. Concebía su fraternidad como ligada al compromiso de ser "espejo y ejemplo para cuantos viven en el mundo". Conocemos ya el modo cómo expresaba la función de la consagración claustral, en su carta a Inés de Praga: "Te considero cola- 20 boradora del mismo Dios y sostén de los miembros vacilantes de su Cuerpo inefable". El biógrafo de la santa habla de la fuerza de irradiación que ejercía la comunidad de san Damián: monasterios femeninos que se renovaban espiritualmente, familias que se decidían a vivir más cristianamente, hombres y mujeres que optaban por una vida de total fidelidad a Dios. La bula de canonización, glosando el sentido del nombre de Clara y con alusión al texto evangélico (Mt. 5, 14- 16), prorrumpe en estas ponderaciones: "¡Oh qué lumbrarada la de esta luz y qué vehe– mencia la de su resplandor! Esta luz perma– necía cerrada en el secreto de la clausura, y lanzaba al exterior rayos que rebrillaban; se recluía en el estrecho cenobio, y destellaba en el ámbito del mundo; se contenía dentro, y saltaba fuera. Porque Clara moraba oculta, y su conducta resultaba notoria; vivía Clara en el silencio, y su fama era un clamor; se recataba en su celda, y su nombre y vida eran públicos en las ciudades". Conclusión Bella la síntesis que hace la Bula de canonización del estilo sobrio y eficaz con que Clara guiaba y formaba: "Fue primicia de pobres, guía de humil– des, maestra de castas y abadesa de peniten– tes. Gobernó el monasterio y la familia a ella encomend~da con discreción y solicitud en el temor y en el servicio del Señor y en la exacta observancia de la Regla, alerta en el cuidado, entregada en el servicio, atenta a la exhortación; diligente en la amonestación, moderada al corregir, parca en el mandar, pronta a la compasión, discreta, en sus silen– cios, sensata en el hablar; pedía consejo en todo cuanto podía ser útil para un acertado gobierno, prefiriendo servir antes que man– dar, honrar antes que recibir ella honor. Este estilo de vida era para las otras enseñanza y formación. En este libro aprendieron la nor– ma de conducta, en tal espejo se miraron para conocer los senderos de la vida".

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