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tas, en el Testamento, en la Bendición, y en el recuerdo que de ella tienen las hermanas que declararon en el Proceso. Mesura y discreción. La palabra latina discretio, tal como ella la usa, significa más bien un discernimiento evangélico que se traduce en comprensión y genero– sidad. Nivel cultural. No sabemos cuál fue su preparación escolar; pudo haber recibido lecciones en su casa o en un monasterio; una de las hermanas afirma en el Proceso que Clara "no había estudiado letras". Su cultura literaria sería más o menos como la de san Francisco. Pero el nivel cultural que manifiesta en sus escritos no es en manera alguna bajo; como san Francisco, su mente fue cultivada con la atención incesante a los textos litúrgicos, la medi– tación de la Escritura y su afición a la predicación. Añadamos la luz de la con– templación. El itinerario penitencial de Clara Lo ha descrito ella misma en su Testa– mento y en su Regla; y lo conocemos por los datos del proceso de canonización. Ella tam– bién, como Francisco, habla de su conver– sión. Ambiente familiar; formación recibida de su madre; piedad infantil; compasión por los pobres ... "El altísimo Padre celeste se dignó iluminar mi corazón para que yo comenzase mi vida de penitencia bajo el ejemplo y las enseñanzas de nuestro padre san Francisco" ... Clara, mujer del Evangelio Como Francisco descubrió el Evangelio como vida. Como para el seráfico padre, el Evangelio ofrece a Clara, ante todo, los mis– terios de la vida de Cristo: la encamación, el nacimiento, la infancia, la pasión y la cruz. Es su espejo y el espejo que quiere que tengan delante sus hijas espirituales. Pero además, el Evangelio es la palabra de Jesús, la palabra del Espíritu Santo, meditada, escu- 16 chada de los "predicadores doctos" ... Y lue– go, el Evangelio es un programa de vida, seguimiento de Cristo. Como Francisco, Cla– ra no habla de imitación sino de seguimiento del Cristo pobre y crucificado. Amor esponsal a Jesucristo Sus cartas a Inés de Praga con las ardo– rosas efusiones nacidas de un corazón ena– morado, son el mejor testimonio de una vida centrada en el Redentor crucificado. A dife– rencia de la espiritualidad de Francisco, más bien teocéntrica, trinitaria, la de Clara es erística y nupcial: madre, esposa y hermana". Fe y piedad eucarística En la Regla tuvo que contentarse con el máximo entonces permitido: siete comunio– nes al año. Pero en esas solemnidades la Misa se celebraba en clausura, para sanas y enfermas. Los corporales que preparaba para las Iglesias pobres ... La capilla eucarística en san Damián. Su oración ante el Señor sacramentado en el asalto de los sarracenos ... El símbolo iconográfico de santa Clara: el ostensorio en las manos. La Iglesia en la fe y en la misión de Clara Alejandro IV, en la bula de canonización, presenta a Clara como una lámpara que ilu– mina la Iglesia entera y exalta la misión eclesial de la santa. Ella se sintió siempre hija de la Iglesia. Hermosa y teológicamente exacta es la expresión del Testamento: "El altísimo Padre ha engendrado esta pequeña grey en su Iglesia santa... " La obediencia a la Iglesia romana como fundadora está ex– presada en la Regla. Lo que costó a Clara esta sumisión a la Iglesia jerárquica lo en– contramos en el episodio con Gregario IX (Leyenda, 14) ¡Qué veneración sentía por ella! El mismo Gregario IX en su hermosa carta de 1228 pide a Clara y las hermanas el apoyo de su oración para el gobierno de la

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