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UNA MUJER DEL EVANGELIO Lázaro Iriarte, ofm cap. Francisco veía en la hermana Clara el complemento de su propia experiencia y de su misión evangélica, la realización de sus más íntimas aspiraciones de un mundo puro y total. Francisco sin Clara queda histórica– mente incompleto. Escribió Paul Sabatier: el padre de los estudios franciscanos, cuando aún no se conocían las cartas de la Santa ni el proceso de su canonización: "La figura de Clara no es solamente una reproducción de Francisco, fundador de la Orden, su personalidad se podrá, por otra parte, descubrir no basándose ex– clusivamente en las biografías oficiales. Clara aparece como una de las más no– bles presencias en la historiografía. Se tiene la impresión de que ella haya per– manecido entre bastidores por humildad. Pero tampoco los demás han tenido ha– cia ella la debida atención, tal vez por una inútil prudencia o, incluso, por la rivalidad entre las varias fundaciones franciscanas. De no haber existido tales reticencias, Clarafiguraría hoy entre las figuras femeninas más grandes de la his– toria". En nuestra época es necesario repetir el descubrimiento de santa Clara, por la impor– tancia que tiene para la vida de la Iglesia; es necesario el descubrimiento de aquel caris– ma, de aquella vocación. Es necesario el redescubrimiento de la divina leyenda de Francisco y Clara. Estado actual del conocimiento de santa Clara Hasta comienzos del siglo XX se puede decir que la vida de Clara sólo era conocida a través de las biografías devotas, basadas en 14 la Leyenda sanctae Clarae, que era atribuida a san Buenaventura, y de ciertos relatos fan– tásticos de época tardía. Se pueden distinguir tres momentos en el estudio moderno de la santa. El primero ha– cia 1912, con ocasión del 7º centenario de la fundación de las clarisas. Importancia parti– cular tuvo el descubrimiento del Proceso de Canonización, publicado en 1915. El segundo momento se produce con oca– sión del otro centenario, el de la muerte de la santa (1953). Abundaron las publicaciones de todo tipo y las nuevas investigaciones. Esta vez la sorpresa fue la publicación del texto de las cartas de Clara a Inés de Bohe– mia, tan importantes para el conocimiento de su espiritualidad. El tercer momento se relaciona, en gran parte, con la consigna del Vaticano II del retomo a los orígenes. El deseo de profundi– zar en los escritos personales de la Santa y demás fuentes para captar sus ideales en toda su autenticidad, como base de la renovación del franciscanismo femenino, ha llevado al descubrimiento de una verdadera y propia espiritualidad. Gracias a tantos estudios, diversos en el valor y en la perspectiva, hoy, no sólo cono– cemos a la gran fundadora en su verdadera talla, sino que se ha llegado a la conclusión de que su mensaje es parte integrante e im– prescindible de la espiritualidad franciscana. De aquí el acuerdo existente de ofrecer edi– ciones conjuntas de los escritos de Francisco y Clara. Pedagogía evangélica de santa Clara El testimonio más completo del magiste– rio espiritual de Clara lo tenemos en sus cuatro cartas a Inés de Praga, su lejana y fiel discípula; esas cartas nos dan idea de lo que debían ser sus exhortaciones y sus motiva– ciones evangélicas, que llevaban el sello de lo experimentado, a las hermanas de la co– munidad de san Damián. Lo sabemos tam-

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