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es una etapa o forma de orac1on que nos interesa subrayar en la experiencia de ora– ción de Clara. Finalmente, para hacer ver que en la experiencia de nuestra santa realmente hay un proceso de oración y contemplación que podemos llamar itinerario o método, vamos a compararlo con el método tradicional monás– tico de la Lectio Divina, en el cual se dan los siguientes pasos: lectura, meditación, con– templación, oración, consolación, discerni– miento, decisión y acción. CONTEMPLAR A JESUCRISTO EN SU PASION Y MUERTE "Mírale hecho despreciable por ti y sí– guele hecha tú también despreciable en este mundo. Observa, considera, contem– pla, arde en deseos de imitar a tu Espo– so, el más hermoso entre los hijos de los hombres (Sal. 44, 3 ), convertido por tu salvación en el más vil de los hombres, despreciado, golpeado y azotado de tan– tas maneras en todo su cuerpo, muriendo entre los atroces dolores de la cruz" (Carta JI, 19-20). Comparando el itinerario de la Lectio Divina con el que Clara nos ofrece en esta carta, podemos hacer el esquema siguiente: Santa Clara Mira y observa (ejercicio de los sentidos) Considera (ejercicio de la mente) Contempla (ponerse bajo la acción de Dios) Arde en deseos 6 Lectio Divina Lectura Meditación Contemplación Oración Consolación Discernimiento De imitar (preparando la acción) Decisión Síguele (compromiso activo) Acción Creo que ya desde este breve texto y esquema queda claro un camino que ha de seguir quien desee hacer una experiencia de oración y contemplación inspirada por Clara. Notemos, sin embargo, algunos detalles. El primero es que ella pone como primer paso el ejercicio de los sentidos (mira, observa). Seguramente Clara había aprendido, como los primeros compañeros de Francisco, a re– pasar "día y noche con mirada continua el libro de la cruz de Cristo, instruidos con el ejemplo y la palabra de su Padre ... " (L M, 4, 3) y, habiendo experimentado la inefable sabiduría de este libro, la compartía con su hermana Inés de Praga, a quien dice en esta carta: "Como sé que estás rica en todas las virtudes, renuncio a extenderme para no ago– biarte de palabras superfluas ... " (v. 8). Quie– nes conocen los Ejercicios de San Ignacio saben que él da mucha importancia a los sentidos cuando se trata de la meditación de los misterios terrenos de Jesucristo. La Leyenda de Santa Clara nos da testi– monio de cómo ella estaba en sintonía con el contenido fundamental de la oración franciscana, cuando dice: "Para alimentar su alma ininterrumpidamente en las delicias del Crucificado, meditaba muy a menudo la ora– ción de las cinco Hagas del Señor" (n. 30). Por lo que se refiere a la semejanza entre el itinerario de oración de Clara y de la Lectio Divina, notemos esa diferencia res– pecto a la "mirada" en lugar de la "lectura". El texto citado de S. Buenaventura dice que este ejercicio de leer el libro de la cruz "con mirada continua" era debido a que "todavía no tenían libros litúrgicos para poder cantar las horas canónicas" y menos -podemos aña– dir- los tenían para su lectura y meditación. La consolación es un gozo y gusto íntimo de Dios, que capacita o, mejor, provoca los deseos u opciones valientes de vida cristiana.

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