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Carlos Bazarra, OFM. Cap. hace observar: "Una comunidad es for– madora en la medida en que permite a cada uno de sus miembros crecer en la fidelidad al Señor según el carisma del instituto. Por eso los miembros deben poder clarificar juntos la razón de ser y los objetivos funda– mentales de esta comunidad". 32 Pero el punto central, dentro del apartado de los Agentes de formación, lo ocupa el titulado "El Re– ligi oso mismo: responsable de su forma– ción" . Prefiero copiarlo íntegramente, para que el lector se haga una idea completa del contenido. "Pero es el religioso mismo quien tiene la responsabilidad primera de decir <sí> a la llamada que ha recibido y de asumir todas las consecuencias de esta respuesta, que no es ante todo de orden intelectual sino más bien de orden vital. La llamada y la acción de Dios, como su amor, son siem– pre nuevos; las situaciones históricas no se repiten jamás. El llamado está, pues, conti– nuamente invitado a dar una respuesta aten– ta, nueva y responsable. Su camino recor– dará el del Pueblo de Dios en Exodo, y también la lenta evolución de los discípulos <tardos para creer>, pero que acaban por arder de fervor cuando el Señor resucitado se les revela. Esto nos dice hasta qué punto la formación del religioso deberá ser perso– nalizada. Se tratará pues de apelar vigoro– samente a su conciencia y a su responsabi– lidad personal para que interiorice los valo– res de la vida religiosa y al mismo tiempo la regla de vida propuesta por sus maestros y maestras de formación . Así encontrará en sí mismo la justificación de sus opciones prácticas y su dinamismo fundamental en el 32. PI 27. 12 NOTAS Y TESTIMONIOS CUADERNOS FRANCISCANOS ENERO/MARZO 1997 Nº 117 Espíritu creador. Es preciso, pues, encon– trar un justo equilibrio entre la formación del grupo y la de cada persona, entre el respeto a los tiempos previstos para cada fase de la formación y su adaptación al ritmo de cada uno". 33 Ya después, cuando habla de los res– ponsables de la formación y sus cualidades, destaca entre otras: "Disponibilidad de tiem– po y de buena voluntad para consagrarse al cuidado personal de cada candidato y no solamente del grupo. Esta tarea requiere serenidad interior, disponibilidad, pacien– cia, comprensión y un verdadero afecto ha– cia aquellos que han sido confiados a la responsabilidad pastoral del educador" . E l equipo formador "estén en estrecha comu– nión de espíritu y de acción y formen entre sí y con aquellos que han de formar, una familia unida" . "Toda la obra formativa es fruto de la colaboración entre los responsa– bles de la formación y sus discípulos". 34 -1a- 1~ ~ ftM, 4«, ~ 'I ftM, et ~– Htieltto- de~~~– ~.ew,i~de~~– ~ dd ~ ~– ~~et teHea de ta~– aóle. ~ ()'«, atptda,ui, qe,i– ~ a, ~ l«te4,– fltod, eado4, ~. 33. PI 29. 34. PI 31-32.

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