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rizar" (n. 125). "La escucha del pueblo se vuel– ve escucha de Dios... La lectura de la Palabra de Dios, leída y orada, no sólo en la intimidad del encuentro personal con el Señor, sino tam– bién con el pueblo... Sensibiliza a los valores de la religiosidad popular que generan nuevas formas de expresiones litúrgicas que asumen los valores culturales" (n. 166). "Se da un mayor acercamiento al pueblo que permite que este pueblo sea también corresponsable en la formación" (n. 330). "El pobre se con– vierte en lugar teológico. Nos revela la nega– ción del proyecto de Dios. Lo que Dios no quiere se manifiesta en el sufrimiento, el dolor y las carencias de las mayorías. No se puede llegar a él sin hacer una profunda experiencia de Dios. La experiencia de Dios pasa por el encuentro con el pobre" (n. 338). "Al evange– lizar al pueblo hay que dejarse también evan– gelizar por él" (n. 364). "El proyecto de Dios, presente en la historia, es para nosotros un llamado a reconocer en el pueblo, fuerte y frágil, el portador de las semillas del Verbo. Pueblo que, por voluntad del Padre, es el su– jeto activo de su propia historia" (n. 370) . VI. INCULTURACION E INSERCION La inculturación no es una estrategia, sino una exigencia intrínseca del Evangelio. Por– que el mensaje de Jesús es hacer que el hom– bre sea hombre, que el pueblo sea Pueblo 17 . Y con el mismo razonamiento anterior, de que el evangelio no es apéndice, sino ger– minación desde dentro de las semillas del Ver– bo, cada cultura debe dar a luz a hombres plenamente humanos, hombres nuevos (cf. Ef 4, 24) eliminando cuanto despersonalice 18 . La Vida Religiosa no debe ser un simple trasplante; debe brotar de la cultura de cada pueblo. Otra vez hay que decir, desde otro án– gulo, que la cultura es sujeto y no sólo desti– natario del Evangelio. En cuanto a la inserción, hay unos mati– ces que nos llevan a establecer una diferencia teórica con la inculturación, diferencia que prácticamente se esfuma en la realidad. La in– serción es un convivir físicamente con los po– bres, y puede haber muchas razones que im– pidan o no aconsejen esa convivencia física : motivos de salud, de trabajo, etc. Mas, por otra parte, la inserción no es al– go extrínseco a la opción por los pobres. Sin ser esencial, guarda íntima conexión. Quien de verdad opta por los pobres, su amor le lle- vará a compartir la suerte de los mismos. El amor se puede dar entre personas ausentes, pero reclama la presencia del ser amado. Además Ja inserción es medio para llegar a la inculturación y opción por los pobres. Si los pobres no son una presencia en nuestra vida, terminaremos por pensar que no existen. Por eso la inserción debe ser favorecida en lo posible, desde la formación inicial 19 . Esta temática en su planteamiento teoló– gico está suficientemente desarrollada. Habría que insistir un poco en la dimensión política de la fe y la santidad. Ya no es lícito hablar de la santidad como lejanía, lo que llevaría a una alienación. Dios se acercó a los hombres (Deut 4, 7) , se hizo hombre (Jn 1, 14). La san– tidad es cercanía, como insiste la carta a los efesios: "Los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo" (Ef 2, 12-22). No es una perfección platónica, alejada de la materia, del mundo y del cuerpo, sino proximidad según la parábola del buen samaritano (Le 10, 30-37) . La fe, la oración, tienen una dimensión política 20 . Y la Vida Religiosa muestra también su santidad no en una "fuga mundi" sino a través de la cer– canía, de la inserción 21 . El documento de la CLAR es consecuente con esta teología de la encarnación-inserción: "Recogemos el clamor del pueblo, la llamada de nuestros Pastores a la Nueva Evangeliza– ción y la respuesta, que en fidelidad al Espí– ritu, está dando la vida religiosa a la inserción" (n. 1). "Acrecentó la conciencia de que el se– guimiento de Jesús exige una mayor inserción o encarnación de la vida religiosa en la reali– dad pobre y sufrida de América Latina" (n. 2). "Contemplamos y compartimos que sobre for– mación inculturizada es posible presentar ex– periencias garantizadas por la seriedad y por el tiempo" (n. 110). "La opción por los pobres lleva a un proceso de inserción e incultura– ción que nos descubre el rostro de Dios" (n. 114). "La inculturación es exigencia para la nueva evangelización" (n. 137). "Optar por la inserción supone esta profunda experiencia de Dios hecho pobre en un pueblo, una cul– tura, asimilada y profundizada en una nueva lectura de la Biblia con y desde el pobre" (n. 178). "Es necesario promover un nuevo estilo de formación más cercano al pueblo y su reali– dad, y más inserto" (n. 259). "Los jóvenes en formación en la inserción han estado llevando a cabo una formación seria, reflexionando sus experiencias, compartiéndolas con otros y eva– luándolas con seriedad" (n. 329). 53
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