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manos del Señor, y a través de tantos espec– táculos de encanto intuye la razón y la causa que les da vida. En las hermosas reconoce al Hermosísimo; cuanto hay de bueno le grita: 'El que nos ha hecho es el mejor'. Por las hue– llas impresas en las cosas sigue dondequiera al Amado, hace con todas una escala por la que sube hasta el trono" 33 . "La piedad del Santo se llenaba de una mayor terneza cuando consideraba el primer y común origen de todos los seres, y llamaba a las creaturas todas -por más pequeñas que fueran- con los nombres de hermano o her– mana, pues sabía que todas ellas tenían con él un mismo principio"34. Esta contemplación tea-lógica se concre– taba en la referencia Cristo-lógica, como si– gue explicando S. Buenaventura: "Pero pro– fesaba un afecto más dulce y entrañable a aquellas creaturas que por su semejanza natu– ral reflejan la mansedumbre de Cristo y que– da constancia de ello en la Escritura. Muchas veces rescató corderos que eran llevados al matadero, recordando al mansísimo Cordero, que quiso ser conducido a la muerte para re– dimir a los pecadores" 35 . Igualmente con los gusanos: ·"porque ha– bía leído que se dijo del Salvador: 'Yo soy gu– sano y no hombre' " 36 . Las mismas piedras le hablan de Cristo: "Anda con respeto sobre las piedras, por consideración al que se llama Piedra" 37 . Desde esta perspectiva, comprendemos la oración continua en la que vivió Francisco. Celano resumió en una genial pincelada esta postura "sanfranciscana: "interiorizando todo lo externo, elevaba su espíritu a los cielos. Así, hecho todo él no ya sólo orante, sino ora– ción, enderezaba todo en él -mirada interior y afectos- hacia lo único que buscaba en el Señor" 38 . 3.5 Operatividad caritativa La actitud contemplativa, si es auténtica, se orienta a la acción. La contemplación no es inoperante. San Francisco no quiso ence– rrarse en muda contemplación. Consulto con la hermana Clara y el hermano Silvestre, y la respuesta de lo alto no dejó lugar a du– das: "Ha respondido y revelado Cristo que su voluntad es que vayas por el mundo predi– cando, ya que no te ha elegido para ti solo, sino también para la salvación de los demás" 39 . 78 La relación con las creaturas no sólo le llevaba al reconocimiento y alabanza, sino también a un trabajo de transformación, de apostolado, de luchar contra la maldición pa– ra cor.seguir la bendición, para crear el mun– do paradisíaco que era el proyecto eterno de Dios. Resume S. Buenaventura los cuatro po– los cardinales de la piedad del Poverello: "Es– ta piedad es la que por la devoción le remontaba hasta Dios; por la compasión le transformaba en Cristo; por la condescendencia le inclinaba hacia el prójimo; por la reconciliación universal con cada una de las criaturas, lo retornaba al estado de inocencia" 4 º. Se puede tomar como ejemplar de esta ac– titud operativa el pasaje del lobo de Gubbio. No se conforma Francisco con contemplar en el lobo una criatura salida del Creador, sino que intenta introducirlo en la armonía y fra– ternidad de toda la creación. Se hace justicia al lobo, y por la justicia se conquista la her– mandad y se forja la paz: la gente promete proporcionarle alimentos al lobo. Porque, co– mo dice Francisco : "sé muy bien que por ham– bre has hecho el mal que has hecho" 41 . Algo parecido ocurrió en Greccio, con las manadas de lobos y las tempestades de gra– nizo. Francisco busca la reconciliación, lo– grando que el hombre sea humano y haga frutos dignos de penitencia 42 . Hay una inten– ción clara de ser instrumento de paz en res– puesta a la actitud contemplativa. El Santo detesta los actos despóticos entre los mismos animales. El pájaro que impide comer a los pajarillos sus hermanos, muere ahogado co– mo castigo y maldición. Comenta Celano: "Horrenda tiene que ser la codicia en los hom– bres, cuando en las aves es castigada con tanto rigor" 43 . La mística del actuar se fundamenta en el amor. Para el amor no hay límites, se extiende hasta los seres irracionales con los que se quiere labrar un mundo más humano. No de– be ser la explotación el criterio de trabajo. Lo gratuito y lo estético revierten en ventaja nuestra, pues nos humanizan. "Al hermano que hacía leña para el fuego le recomendaba que no cortase el árbol entero, sino una parte tan sólo, para que continuara viviendo la plan– ta... Al hermano que cultivaba el huerto le de– cía que no dedicara todo el terreno al cultivo de verduras comestibles, sino que reservara parte de él para que produjera hierba verde y

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