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Con todo, ella aguarda la esperanza de ser liberada del destino de muerte que pesa sobre ella y de poder así compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación sigue con sus gemidos y dolores de parto. LO mismo nosotros, aunque se nos dio el Espíritu como un anticipo de lo que he– mos de recibir, gemimos interiormente, anhe– lando el día en que Dios nos adopte y libere nuestro cuerpo. La salvación que se nos dio , la debemos esperar. Pero ver lo que se espera, ya no es esperar. ¿cómo se podría esperar lo que se ve? Pues bien, esperar cosas que no vemos, significa tanto constancia como es– peranza" (Rom 8, 19-25). El hombre ha sido creado para vivir. Pero sólo vive quien ama. Triunfará de la muerte cuando supere la tendencia egolátrica y se abra para dar vida y amor a la creación entera. "Dando, se recibe; perdonando, se es perdonado; muriendo, se resucita a la vida eterna". "La ecología no puede sernos indiferente, es parte de nuestra realidad. La crisis de la ecología lleva también a una crisis de humanidad. No se construye un mundo humano y fraterno con relaciones de explotación, sino con relaciones de comunión". 80 NOTAS J. BRIEND, El Pentateuco. Verbo Divino, Estell a, 1981; pág. 10. Equipo Cahiers Evangile, Liberación humana y salva– ción en Jesucristo. Verbo Divino, Estella, 1980. P. TRIGO, Creación e historia en el proceso de libe– ración. Ed. Paulinas, Madrid, 1988; pp. 286-300. "V.5- Se trata de una tierra estéril, privada de la ben – dición del agua. Para el Sacerdotal, el caos de las aguas primordiales sería sustituido por un cosmos organi– zado; para el Yavista, el caos de la esterilidad sería sus– tituido por un jardín fecundo. La referencia al hom– bre como cultivador del suelo refleja un interés seden – tario. V.6- Sólo se disponía del agua que brotaba de la tierra". E. MALY, Génesis, en el Comentario Bíblico de S. Jerónimo. Cristiandad, Madrid, 1971 ; tomo I, pág. 71. P. TRIGO, o.e.; pp. 138-139. Sobre el tema, la Bibliografía es abundante. Aparte de la que acabo de citar, puede consultarse: Mysterium Salutis, II / 1 y Il/2. Cristiandad, Madrid, 1969; pp. 454-601 y 638-1042. P. GRELOT, Hombre ¿quién eres? Verbo Divino, Es– tella, 1979. A. GANOCZY, Doctrina de la creación. Herder, Bar– celona, 1986. G. AUZOU, En un principio Dios creó el mundo. Verbo Divino, Estella, 1982. G. VON RAD, El libro del Génesis. Sígueme, Sala– manca, 1977. C. MESTERS, Paraíso terrestre: ¿nostalgia o esperan– za? Bonum, Buenos Aires, 1972. J. ALVAREZ GOMEZ, La vida religiosa ante los retos de la historia. Instituto Teológico de Vida Religiosa, Madrid, 1979; pp. 41 -50. Véanse, por ejemplo, C. CARRETTO, Cartas del de– sierto. Paulinas, Caracas, 1966. R. VOILLAUME, Ora– ción en el desierto. Paulinas, Madrid, 1973. También N. ZEVALLOS, Espiritualidad del desierto, espiritua– lidad de la inserción. Indo-American Press Service, Bogotá, 1981. S. BENITO, Regla; Cap. 7, nn. 67-70. BAC, Madrid, 1979; pp. 99-100. 10 S. JUAN CRISOSTOMO, Homilía sobre S. Mateo, 68, 3. 11 G. M. COLOMBAS, La espiritualidad del Monacato Primitivo, en la obra Historia de la Espiritualidad, Juan Flors editor, Barcelona, 1969; tomo I, pp. 499- 603. 12 Para la comprensión de los conceptos "natural y so– brenatural" puede verse L. BOFF, Gracia y liberación del hombre. Cristiandad, Madrid, 1976; pp. 62-68. L. BOFF, Teología desde el lugar del pobre. Sal Terrae, Santander, 1986; pp. 79-100. Para la unicidad de la historia de la salvación y la re– velación histórica: G. GUTIERREZ, Teología de la liberación. Perspec– tivas. Sígueme, Salamanca, 1980; pp. 199-241. L. GONZALEZ-CARVAJAL, Los signos de los tiem– pos. Sal Terrae, Santander, 1987; pp. 19-56. W. PANNENBERG y otros, La revelación como his– toria. Sígueme, Salamanca, 1977.
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