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a su tiempo las hermanas flores ... porque toda creatura dice y proclama : 'Es Dios quien me creó_para ti , hombre! ' "44 _ Este respeto a la vida le lleva (sorpresi– vamente para nosotros, preocupados por el ahorro , a no extinguir la mecha humeante (Mt 12, 20): "Deja que los candiles, las lámparas y las candelas se consuman por sí, no que– riendo apagar con su mano la claridad, que le era símbolo de la luz eterna" 45 . Es la actitud apostólica que busca ante to– do el bien de los demás, la operatividad cari– tativa fruto de un corazón generoso. Re-crear el paraíso terrenal es incumbencia de todos. 3.6 El hombre nuevo Detrás de todo este espectáculo, y soste– niéndolo con su acción, está el hombre nuevo creado según Dios en la justicia y santidad verdadera (Ef 4, 24). "El que está en Cristo es una nueva creación... todo es nuevo... Cristo nos confió el ministerio de la reconciliación" (2 Cor 5, 17-18) . Baj o la moción de la gracia, Francisco ini– ció su conversión besando al leproso 46 y des– nudándose ante su padre, con lo que renunció a las seguridades humanas para vivir en fe la filiación de Dios, que oye el clamor de los pobres. Estos gestos de Francisco, besar al le– proso y desnudarse ante su padre, son los antagónicos a los de Caín y Adán. Vivir la fraternidad con los pobres es aceptar la filia– ción de Dios como Padre. Francisco vive la fraternidad desde la mi– noridad. Porque los que buscan el primer hi– gar, inevitablemente tienen que rebajar a los demás. Pero desde el último lugar asumido li– bremente, no cabe otra postura que la de en– salzar a los otros. Este es el camino de huma– nización del mundo que vivimos. Por eso el nombre que da a sus religiosos es el de Her– manos Menores. Nuestro Santo se expone a la privación y a la inclemencia. No en vano buscó el último lugar. Esto es ser menor. "Pero desde esa honradez con las consecuencias de sus op– ciones, que otorga un realismo escalofriante a la vida de Francisco y que la distancia de cualquier exaltación romántica, acontece la comunión con los elementos. Y esta comu– nión alcanza una articulación que puede pa– recer mítica, mágica; hermosa y aun válida como metáfora, pero intolerable como acon– tecimiento"47. Porque Francisco se arriesgó a ser hom– bre nuevo, logró la hermandad, la armonía y la re-creación del Paraíso, efectuada inicial– mente por Cristo, segundo Adán, que también se desnudó en la cruz, sujeto al árbol de la vida. Queda atrás el mundo viejo (Apoc 21 , 4). Ahora, hasta el mismo Dios se ha huma– nizado y "sale a pasear por el jardín a la hora de la brisa" (Gén 3, 8). El mundo de la inmanencia es también el de la trascendencia. Ha comenzado la ben– dición de una nueva semana con el ·día del Señor, el domingo, en camino hacia el sábado de la eternidad. 4. MENSAJE FINAL: DE LA CARIDAD A LA ECOLOGIA Francisco es considerado el patrono de los ecologistas 48 . El tema nos invita a vivir y reflexionar. Cuando nos comprometemos con una vi– da de amor, descubrimos que hubo un amor anterior que nos impulsa a difundir el amor: "Nosotros amamos, porque El nos amó pri– mero" (1 Jn 4, 19). El amor es creador, porque el Creador tiene un nombre: "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8 y 16). Todo el que ama, es capaz de crear. El amor no encuentra un límite en la pe– queñez ni en la debilidad. Al contrario, la pe– queñez y la debilidad suscitan el amor del corazón generoso. Los poderosos son respe– tados. Los niños, los pobrecillos, son amados. Amando y creando, uno se humaniza, se hace más hombre, y también se hace más ima– gen de Dios, más hijo de Dios. La ecología no puede sernos indiferente, es parte de nuestra realidad. La crisis de la ecología lleva también a una crisis de huma– nidad. No se construye un mundo humano y fraterno con relaciones de explotación, sino con relaciones de comunión 49 . El árbol de la vida reclama también el respeto al árbol de la sabiduría. Es sabio quien comparte. Es necio quien se apropia. "Nada se apropien". Hay que liberar la creación: "Toda la creación espera ansiosamente que los hijos de Dios salgan a la luz. Pues si la creación se ve obligada a trabajar para la nada, no es poque ella hubiese deseado esa suerte, sino que le vino del que la sometió. 79
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