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6. EJEMPLOS DE SANTIDAD Un capítulo que sólo quiero nombrarlo... Dos de los protomártires de Marruecos eran hermanos laicos... Luego, en todos los si– glos... Diego de Alcalá, Salvador de Harta, Pascual Baylón, Félix de Cantalicio, Conrado de Parzhan ... Han hecho posible que el carisma francis– cano permaneciera vivo a pesar de la discri– minación ... 7. EL CONCILIO VATICANO 11 El Concilio Vaticano II nos invitó a acu– dir a las fuentes -el Evangelio y los funda– dores- y a mirar la realidad actual para vivir hoy el carisma del Instituto. Al mismo tiempo, nos ofreció una eclesio– logía fundamentada en el Pueblo de Dios, y no ante todo en la jerarquía, de la cual no aca– bamos de sacar todas las consecuencias. Se puso en marcha todo un movimiento de investigación, reflexión, experiencias... pa– ra tratar ~e vivir la fraternidad evangélica, co– mo Francisco quería. Se vio con claridad que nos habíamos ale– jado del proyecto evangélico de Francisco. Pe– ro al mismo tiempo tenemos dentro siete si– glos de historia, que no podemos tirar por la b~rda de un día para otro. Tenemos que asu– mir y hacer un camino de conversión... men– talización, pasos concretos. Las Constitucio– nes renovadas son un buen camino. Ha habido -y hay- tensión con la Con– gregación de religiosos, porque quiere que nos definamos como instituto clerical. Creemos que no somos una orden clerical, sino una fra– t~rnidad ~ompuesta indiferentemente por clé– rigos y laicos, en la que todos los cargos y ofi– cios sean accesibles a cualquier hermano de votos perpetuos, exceptuadas aquellas cosas que provienen del orden sagrado. Aparte de la cuestión jurídica, que nos parece importante, nuestro estilo de vida es lo decisivo. Ahí nosotros tenemos la palabra. A MODO DE CONCLUSION No pretendo sacar conclusiones. Unica– mente compartir lo que siento frente al tema. No me parece apropiado hablar de "el problema de los hermanos laicos", sino el "pro– blema de nuestra vida evangélica francisca– na". Por lo mismo, no podemos contentarnos con arreglos puntuales, por muy necesarios que sean... Al mirar los orígenes del movimiento fran– ciscano nos damos cuenta de cómo nos fui– mos alejando de aquella forma de vida. El gran desafío actual es una verdadera re-f un– dación de la Orden, una fisonomía nueva, que en parte al menos se está dando, por aquí y por allá: fraternidades sencillas, insertas con– templativas, en las que se comparte la fe, los tr~bajos y responsabilidades, siempre en ca– mmo... Siento que estamos todavía demasiado centrados en "la dispensación de lo sagra– do", olvidando lo que Jesús dijo en la sinago– ga de Nazaret: "El Espíritu del Señor está so– bre mí... me ha enviado a dar la Buena Noti– cia a los pobres..." (Le 4, 18), sin subrayar la importancia del estilo de vida... Si queremos ser "hermanos menores" de– beremos ser especialmente lúcidos con todo lo que se refiere al poder, a los privilegios, a la apropiación... Tendremos que preguntarnos ante Jesús, qué significa ser hermanos meno– res aquí ahora, y la respuesta tendrá que to– car las condiciones concretas y materiales de vida: de qué vivimos, cómo y con quién nos relacionamos, cuál es nuestro lugar social, geo– gráfico y teológico... En la medida en que hagamos ese camino de "fraternidad evangélica" nuestra propues– ta vocacional será más clara, pues el clerica– lismo no está sólo entre nosotros, sino en mu– chas esferas de la Iglesia y en muchos jóvenes que vienen a nosotros con expectativas cleri– cales. NOTAS 1 1 Cel 21. 2 2 Cel 13. 3 1 Cel 32. 4 Leg. Mai. lll, 10. 5 Documentación histórico-jurídica: Una Orden de Her– manos, nota 6. 6 3 Comp. 61; Crónica de Jordán de Jan o, 16; 1 Ce! 86. 7 2 Cel 193. 8 1 Cel 31. 9 GHINATO, ALBERTO, La figura del fratello frances – cano nella storia de l'Ordine, en Vita Francescana Ro- ma 1968, pág. 18. ' 311
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