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58 feb. de 1984), de las que damos cuenta en el adjunto boletín TAU-COMUNICACIONES. El acento se viene poniendo cada vez más en la necesidad de afirmar nuestra presencia profética en el Continente, y al respecto están surgiendo interesantes iniciativas, superando nuestro inveterado clericalismo y esa mentalidad de una Or– den "buena para todo". Nuestro colaborador Benjamín Tapia reflexiona densa– mente en este número de CUADERNOS FRANCISCANOS a partir del Plenario de Bahía y del Encuentro de Alajuela en referencia a una de esas iniciativas, el proyecto FRIMPO, se– ñalando pautas para un nuevo modo de ser y estar francisca– no en el mundo aquí y ahora. La pregunta que nos sale al paso "majaderamente", para usar una expresión muy chilena, es qué proyecto de Iglesia es– tamos apoyando y, consecuentemente, qué proyecto de Orden: una Iglesia "cristianizadora" a ultranza o una Iglesia servido– ra del pueblo, que entiende su misión como seguimiento de Jesucristo y presencia del Reino que se anuncia a los pobres, y su autoridad como servicio profético. Con la colaboración de Leonardo Boff: "Lutero y la teo– logía de la liberación", nos adherimos a los homenajes que se han venido rindiendo a ese gran "testigo de Jesucristo", co– mo lo calificó en su declaración conjunta la Comisión mixta católico-luterana (Cf. ECCLESIA, 6-13 ag. de 1983, n. 2.136) en el V Centenario de su nacimiento. El protestantismo enfren– ta también una crisis de identidad y misión, y muchos pro– testantes se preguntan, como lo hace el propio Leonardo Boft, hasta qué punto Lutero y la Reforma no han propiciado y rea– lizado una función legitimadora de la modernidad, el libera– lismo y el capitalismo, con todas sus secuelas. La pregunta por nuestra propia identidad y misión como religiosos y franciscanos comienza a proponérsela en esta mis– ma entrega de CUADERNOS FRANCISCANOS, y se comple– tará en las dos siguientes, Jerónimo Bórmida, en su estudio "Identidad, realidad y utopía", un valioso aporte, no sólo para formadores y formandos, a quienes va dirigido principalmen– te, sino para todos los hermanos y hermanas. Finalmente, en este número de CUADERNOS despedimos a nuestro hermano Saúl Zamorano, a quien tantos debemos tanto. Gracias en gran parte a su competencia y laboriosidad, CEFEPAL, que integró durante ocho años, y nuestra Revista, que dirigió en los seis últimos, ha experimentado un nuevo impulso. Camilo E. Luquin, ofm cap.

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