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y más radicales que en el pasado" (T. Matura, El proyecto evangélico de Francisco de Asís, pág. 83 . Madrid, 1977). Y esto parece espe– cialmente válido para América Latina, donde los fermentos renovadores son probablemente más activos que en cualquier otro lugar, y donde la Orden se siente llamada a ser "van– guardia evangelizadora dentro de una Iglesia que debe encarnarse y renovarse constante– mente" (Consejo Plenario de Bahía OFM). Con ser cuantitativamente tan importante, y acaso en parte por eso mismo, la Familia Franciscana no está cualitativamente presen– te en la avanzadilla de la evangelización en el Continente, a pesar de que no son escasos los hermanos y hermanas (iprincipalmente ellas!) que están presentes en medios popula– res. El Congreso interfranciscano de Mattli (1982) y el Consejo Plenario de Bahía (1983) han sido dos momentos privilegiados para una toma de conciencia acerca de la necesidad de revisar nuestro estilo de vida y nuestra ac- tividad apostólica y orientarlos en una línea de testimonio profético de acuerdo con nues– tro carisma y con los signos del tiempo lati– noamericano. Por su parte, los Capuchinos se disponen a preparar una tercera ALAC y un Consejo Plenario, cuyo tema será: "Nuestra presencia profética en el mundo". Nuestros jóvenes formandos, ahora ya bastante numerosos, aspiran a encauzar su vi– da en esa dirección , y en algunos lugares ya lo están haciendo. Evidentemente, se puede ser buen franciscano en todas partes; pero no sería razonable ni saludable incorporar a los hermanos jóvenes al "sistema", y tanto me– nos porque están siendo educados para otro proyecto de vida. Lo que importa es que la institución, lenta y pesada casi por definición, mantenga esa "tensión creadora de nuevos comienzos", ese espíritu de reforma que es también una de las características de la Fami– lia Franciscana. Lo demás será obra del Espí– ritu, o no será. 25
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