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perdiendo su originalidad y su vigor iniciales, especialmente a partir de la decadencia de las misiones y de su instalación en grandes conventos, muchos de los cuales se pueden admirar todavía hoy como espléndidas expre– siones del arte colonial, y en algunos de los cuales se alojaban más hermanos de los que integran hoy muchas Provincias. Entre las causas de esta desvirtuación del carisma franciscano se señalaron las siguien– tes: la falta de conciencia histórica y crítica, así como de claridad teológica en relación con el propio carisma y las exigencias de la realidad latinoamericana, de inculturación y cercanía del pueblo ; la excesiva dependencia de modelos culturales y religiosos europeos especialmente a partir de la reimplantación de la Orden a finales del siglo pasado y prin– cipios del presente; la clericalización progre– siva de la actividad apostólica de la Orden, que contrasta con la desinstalación, sentido de itinerancia y talante profético de los orí– genes de la presencia franciscana en el Con– tinente; la pérdida del espíritu de espontanei– dad, simplicidad, alegría y popularidad de los hermanos de otros tiempos , incluso más re– cientes, que definían en parte el modo de ser franciscano. La insistencia en el análisis de los aspec– tos negativos pareció a algunos hermanos presentes en el Encuentro un tanto excesiva; Uno de los grupos de trabajo en el e11cuentro de Ala;ue/a. y se señaló que la capacidad de reconocer las propias carencias y limitaciones también es un valor franciscano . No se trata de derrotismo, sino de un cuestionamiento necesario como estímulo. La otra vertiente de la realidad de nuestra presencia actual en el Continente son los esfuerzos que se realizan por recuperar el sentido de nuestra opción franciscana de vida, la actividad animadora que se está desa– rrollando a distintos niveles, las respuestas que se van dando en la línea del carisma franciscano , del compromiso con el pueblo y de la presencia en medios populares, tanto entre los hermanos como entre las hermanas, y principalmente entre ellas, y, en fin , la ten– sión hacia el futuro que se manifiesta cada vez con mayor fuerza , especialmente entre los más jóvenes y que hace que desde Europa, como señaló uno de los participantes, se vea tam– bién a América Latina como el Continente de la esperanza para la Orden. Como resultado de este análisis, que evi– den temente dejaba también de lado la impor– tante labor realizada por tantos hermanos en el presente siglo en el campo de la actividad apostólica, especialmente ministerial y docen– te , y en los distintos campos de misión, con una acción pionera en algunos casos, comen– zaron a perfilarse algunas líneas de acción que posteriormente se concretarían en pro– puestas concretas y realizabl es: 7
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