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en Greccio ante el primer pesebre (LM 10,7); pide un cardenal protector para su Orden (2R 12). Se dirige a los obispos con una actitud de gran veneración y vivencia de la Iglesia local (cfr. EP 50; 2C 147); no predica sin el permi– so de ellos (lR 17; 2R 9). Venera a los sacer– dotes (Test 6-13; Adm 26; 2C 146). Conclusión El Año Santo de la Redención nos invita a hacer un esfuerzo por convertirnos a esta identidad o identificación de nuestro carisma franciscano a nivel personal, comunitario, na– cional. Si todos los cristianos debemos aceptar esta invitación, me parece que los cristianos franciscanos la tenemos que recibir con un gozo mayor, porque forma parte de nuestra vocación : "El Señor me llamó a hacer peni– tencia" (Test 1); y los franciscanos seglares son, antes que nada, por vocación y título "hermanos y hermanas de penitencia" (Re– gla OFS 7). Es siempre bueno mirar a los orígenes, no para copiarlos literalmente y en actitud ar– queológica, sino para captar su espíritu y las intenciones evangélicas que animaron al mo– vimiento y al fundador. Si algo hay que rescatar del primitivo mo– vimiento penitencial franciscano y en los orí– genes de la OFS es su espíritu penitencial, su servicio caritativo (hospitales, hospicios) y la dedicación a la causa de la paz y de la justi– cia. La nueva Regla de la OFS recoge este es– píritu sobre todo en los nn. 15 y 19. Y termino con dos simples sugerencias: la primera, tomada del Memoriale Propositi: "Tengan, en lo posible, un hombre religioso, instruido en la Palabra de Dios, que los acon– seje y dé fuerzas para perseverar en la peni– tencia y en las obras de misericordia". Y la segunda sugerencia: para acertar en la identificación del carisma franciscano, na– da mejor que echar una mirada a esas "voces de Dios" en América Latina que son los sig– nos de los tiempos. La realidad de un mundo dividido y falto de fraternidad, de un mundo oprimido, marginado y falto de libertad, de un mundo que de manera sutil busca prescindir de Dios, nos permite y exige a los francisca– nos seglares estar presentes en ese mundo con nuestro carácter fraterno y simple, con nues– tra minoridad libre y alegre y con nuestra sed y necesidad de Dios (oración). Y así trataremos de "ser" lo que decimos ser. Los hermanos laicos franciscanos se niegan a tomar las armas ante el señor feudal. 163 Escultura de Antonio Oteiza.

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