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IDENTIDAD DE UN HERMANO FRANCISCANO SEGLAR Jorge Danielián, OFM Cap. Agradezco al buen Dios la oportunidad que me dio de participar en el Congreso-Asam– blea de San Antonio de Arredondo (Argenti– na) en febrero del corriente año. Allí aprendí muchas cosas de mis hermanos laicos de la única Familia Franciscana. Admiré su entu– siasmo por Francisco y lo franciscano , y sus deseos de dar una respuesta franciscana al mundo y a la Iglesia de hoy. Esta reflexión sobre la identidad de un hermano franciscano seglar quiere ser una sim– ple ayuda para continuar por ese camino. Hoy se habla mucho, sobre todo entre los jóvenes, y también entre los adultos, de cohe– rencia y autenticidad : ser y vivir lo que uno es y dice. Pero para esto es necesario conocer la propia identidad, aunque sólo como un paso o como un puente para la autenticidad. Porque para la espiritualidad sanfranciscana el saber de nada vale si no nos lleva a ser más y mejo– res (Adm 7 y san Buenaventura). Por eso, mejor que de identidad habría que hablar de "identificación". Identidad es un término teórico, abstracto, y que puede so– nar como algo fijado y codificado de una vez para siempre. En cambio, "identificación" es algo concreto, que pone el acento en la ac– ción que genera la identidad. Pero, dejémonos de teorías,y digamos sen– cillamente que hay tres palabras que manifies– tan y expresan la identidad o identificación de un hermano de la OFS: es un cristiano, laico, franciscano. l. Es un cristiano, un seguidor de Jesucris– to y su Evangelio, que manifiesta su fe en El a través del signo del bautismo. Y el bautismo provoca en el cristiano una doble actitud: filial hacia el Padre, y fraterna hacia los hermanos. Ya como cristiano y bautizado, el herma– no seglar franciscano es una persona, alguien consagrado a Dios, es decir, dedicado a Dios y enviado por El a los hombres (Cfr. Jn 17, 17-19; Rom 12, lss.). Por eso, debe vivir, sin separarlas y divor– ciadas, las dos dimensiones de toda vida cris– tiana: la dimensión vertical de oración-con– templación, adoración y penitencia (conver– sión), y la dimensión horizontal de servicio y caridad hacia los hermanos. Entonces, resulta muy clara y fundamen– tal la simplificación que hace Jesús de las com– plicadas categorías de preceptos que habían creado los rabinos: toda la ley del Evangelio cristiano se reduce a estos dos mandamien– tos : el amor a Dios y el amor al prójimo. 2. Pero el hermano franciscano es un cris– tiano seglar (laico) dentro del pueblo de Dios que es la Iglesia. Es decir, por su propia vocación, el laico (seglar) tiene que estar en el mundo y orde– narlo con el espíritu del Evangelio. Tiene la misión de santificar y tratar directamente to– dos los asuntos llamados temporales: la fami– lia, la educación, la economía, la política, el trabajo, la justicia, la guerra, la paz, etc. En esto se distingue el cristiano laico de los otros dos sectores del Pueblo de Dios : los clérigos y los religiosos. Creo que el documento conciliar que me– jor describe las características que id~ntifican a los tres sectores del Pueblo de Dios es la Constitución sobre la Iglesia (LUMEN GEN– TIUM 31) del Vaticano 11. De acuerdo con este texto, la vocación del clérigo se caracteriza por el ministerio de la unidad y la presidencia: formar y presidir una comunidad a través de la Palabra y los Sacramentos. La vocación del religioso se rea– liza a través del testimonio de vida. Y el es– tado laica[ se identifica por su carácter secular, es decir por su permanencia en el mundo y la orientación de los asuntos temporales con el espíritu del Evangelio. Estas características no hay que entenderlas en sentido exclusivo y absoluto: indican lo que cada estado debe acentuar. La segunda parte del segundo capítulo de la nueva Regla de la OFS responde a este ca– rácter laica! del hermano franciscano seglar. Tal vez es lo más difícil de explicar, porque un carisma no se describe, no se define, sino que se intuye, se palpa. Simplificando un poco esto, se podría de– cir que ser franciscano es seguir a Cristo y vi– vir su Evangelio al estilo de Francisco. Pero, 161

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