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Dentro de esta perspectiva humanista, se fijará más en Cristo-Hombre que en Cristo– Dios. De ese amor arrancará su veneración por la humanidad de Cristo. Y desde él, el Cristo triunfante, mayestático, rey, pasará a ser el Cristo siervo, sufriente, deshechamente humano en la Cruz. 3 . En las democracias modernas Francisco es lo más opuesto a la menta– lidad de la Edad Moderna, época de absolu– tismos de Estado, que se sintetiza en aquella célebre frase de Luis XIV: "El Estado soy yo", y a quien también se le llamaría "el Rey Sol", todo un símbolo. Acaso sea la época de la his– toria más antifranciscana. En ella nació, sin embargo, la más radical Reforma franciscana , la de los Capuchinos, un verdadero reencuen– tro con el espíritu de Francisco. En la Edad Contemporánea se produce una cierta aproximación al espíritu de Fran– cisco, con la inauguración del protagonismo de las bases, el pueblo, a través de la Revolu– ción francesa primero, y de las democracias, después, socialistas o capitalistas. Pero estas revoluciones, en su proceso de desarrollo aca– ban negando lo que tiene .de más puro la re– volución de Francisco, el respeto por la digni – dad del hombre, y en especial del más pobre, a manos de la burguesía primero y de los gru– pos de poder después. La fraternitas franciscana supera cual– quier proyecto político. Francisco es más que un demócrata, es un hermano. 4. Hasta el movimiento "hippy" lo tiene co– mo su ídolo: - por su culto a la libertad: en lo ideológi– co, en lo social con todos sus convencio– nalismos, en el amor ("haz el amor, y no la guerra"); - por su inconformismo social. Francisco es el hombre que ha contradicho más a fondo a su sociedad, y la sigue contradi– ciendo. Pero el movimiento "hippy" y otros simi– lares no son sino un remedo de Francisco y su espíritu, en el que apenas se sienten refle– jados, porque Francisco apunta a la profundi– dad y a la trascendencia de todo lo humano. b) Movimientos eclesiales l. En el protestantismo se le tiene como el primer protestante, por su espíritu "con– testatario" de la sociedad eclesial de su tiem– po. 160 Ciertamente, de hecho Francisco contra– dice el ordenamiento jerárquico de su tiempo, situándose en la base de la pirámide, con los pobres. Y en este sentido puede ser conside– rado un protestante, en cuanto se sitúa en el lugar opuesto de toda jerarquía; pero, por otra parte, fue más sumiso que nadie a la Iglesia y a la jerarquía, en un juego dialéctico difícil de comprender y vivir, por lo que se ganó la estima de la Iglesia-Institución. Y así logró transformar la jerarquía-poder en jerarquía de servicio. Lo que no pudo hacer el protestan– tismo con sus mejores inteligencias lo hizo Francisco con un simple acto de sumisión. 2. En el catolicismo romano. Eclesialmente, Francisco puede ser considerado un revo– lucionario porque: -contrasta su estructura franciscana circu– lar con la jerárquica y piramidal de la Igle– sia, en un difícil equilibrio ; -el Concilio de Trento, frente a la amenaza protestante, refuerza esa estructura acen– tuando aún más lo jerárquico, y haciendo aún más difícil el equilibrio en el interior de la Iglesia; -el Concilio Vaticano II invierte la pirámi– de : la jerarquía surge del pueblo y está al servicio del pueblo de Dios ; - como una expresión concreta de este cam– bio de perspectiva, surgen hoy por todas partes las comunidades de base, con una estructura también circular, pero más cen– trada en el concepto de communitas que de fraternitas. La fraternidad franciscana seguirá siendo siempre un ideal por alcan– zar, una "utopía". C. Conclusión ¿cuál es, pues, el secreto de Francisco? Su radicalismo evangélico. Nadie lo vivió tan fielmente como él, hasta identificarse con Cris– to y poder ser llamado "alter Christus". El Evangelio está ahí también para noso– tros, como un reto. De nosotros depende que el potencial renovador de Francisco perma– nezca o no estancado. Francisco no fue más que un simple cris– tiano que decidió hacer verdad en su vida el Evangelio. El mismo Evangelio se nos ofrece a diario a nosotros. Si un hombre "simple" como él pudo extraer del Evangelio semejan– te potencial renovador, otros simples hombres pueden hacer lo mismo hoy, compenetrándose de él hasta el extremo. El Evangelio está ahí, solo falta nuestra respuesta.

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