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2 Por lo que se refiere a la Familia Franciscana, en estos úl– timos decenios, y en particular a partir del Concilio, se ha lle– vado a cabo una empeñosa reflexión sobre nuestra propia iden– tidad, tan rica y matizada, que parecería suficiente para moti– var a los hermanos a una praxis coherente, si las ideas tuvie– ran la eficacia movilizadora que se les suele atribuir. Si no ha sido así en la medida que cabría esperar, sería bueno pregun– tarse por qué. Las respuestas podrían ser bastante complejas, y de algu– na manera se dieron a través del serio trabajo realizado duran– te nueve días por los hermanos de gran parte de los países la– tinoamericanos reunidos en la I ASAMBLEA GENERAL DE CENTROS FRANCISCANOS DE AMERICA LATINA, que tu– vo lugar en Linderos (Chile), en noviembre del año pasado, y sobre la que ya informamos ampliamente en el número de TAU– COMUNICACIONES de diciembre. Sin duda, hay algunas líneas en las que se ha avanzado firmemente, como en lo que se refiere a la formación de los jó– venes candidatos y profesos, con resultados bastante satisfac– torios; y la prueba es que estos nuevos hermanos tienen una conciencia más clara, y posiblemente más ilustrada que lama– yor parte de sus mayores, acerca de su propia vocación fran– ciscana. Una muestra del serio trabajo formativo que se viene reali– zando en muchos lugares es la colaboración que ofrecemos en este número de nuestra Revista: "Un proceso formativo de vida franciscana inserta en medios populares", del hno. Rodrigo de Castro A. Péret, ofm (Brasil), que responde de una manera muy actual y lúcida a preguntas como éstas: formar, ¿para qué, a quién y cómo? Y esto en el contexto peculiar de América La– tina. Igualmente, habría que señalar los progresos realizados a partir del Concilio Vaticano II y las nuevas Constituciones de la Familia Franciscana en el campo de la unidad y la coopera– ción interobedencial. (¿Por qué habría de ser tan utópica una unión incluso jurídica a ciertos niveles de las cuatro Obedien– cias franciscanas? Es la pregunta que se hace T. Matura en su aporte al libro: "Un camino de Evangelio" (Edic. Paulinas, Ma– drid (1984), p. 312). En América Latina se han venido realizando en el último decenio numerosos intentos de cooperación y acción conjunta, que han hecho posible una unanimidad de criterios y propósi– tos en diversos campos, pero sobre todo en el de la formación inicial y permanente. Mientras escribimos estas líneas se está · realizando en Lima (Perú) un importante Seminario de tres se– manas, acordado en el Encuentro Interfranciscano de Alajue– la (Costa Rica), en noviembre del año 1983, y patrocinado por la CLAR, en el que participan más de 80 hermanos y herma– nas formadores de todos los países de América Latina.
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