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LA MINORIDAD FRANCISCANA 435 interpersonales de los frailes, prefiriendo en este caso el de «herma– no»; esto quiere decir que es más bien la Fraternidad como tal, y no los sujetos, la que asume la responsabilidad del servicio a la sociedad y a la Iglesia, expresando el servicio interno de la Fraternidad con el término «hermano», que en este caso conlleva también la minoridad (1 R 5, 14s). Expresar el servicio fraterno que configura al grupo con una palabra tan cargada de resonancias sociopolíticas como es la de «siervo», hubiera sido reproducir el esquema de sociedad que precisa– mente se pretendía contestar en nombre del Evangelio, aportando un nuevo tipo de convivencia, la Fraternidad, donde todos sirven y son servidos desde la igualdad. b) Ministros y siervos El peligro de romper este equilibrio evangélico era y es evidente. Aprovecharse de la situación y rodear de ,,dignidad» el puesto que uno tiene o el cargo que desempeña, sobre todo cuando esa supuesta dignidad encubre derechos que exigen obligaciones por parte de los demás, es una tentación que todos hemos tenido. De ahí que Francisco haga la única excepción cuando habla de los «ministros y siervos» a quienes les ha sido confiado el cuidado de los hermanos (1 R 4, 6), es decir, la responsabilidad de que todos permanezcan abiertos a la voluntad de Dios (2CtaF 42). En este caso, los títulos de «ministro y siervo» no son simbólicos, sino que se ajustan a la más cruda realidad, puesto que los frailes pueden hablar y comportarse con ellos como los señores con sus siervos (2 R 10, 5s), teniendo en cuenta que se está hablando de señores feudales. Las razones que ofrece Francisco para exigir tal actitud son que el Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir (1 R 4, 6), y un ejemplo práctico de ello es la decisión de lavar los pies a sus discípulos ( 1 R 6, 3s); por lo tanto, el que quiera ser mayor entre los hermanos tiene que convertirse en siervo (1 R 5, 11). Pero más allá, o más acá, de estos presupuestos teológicos está el hecho de nuestra predisposición a pervertir los cargos y puestos de responsabilidad utilizándolos en provecho propio. Pues para que no sea así, como hacen los príncipes de los pueblos y los mayores, Francisco hace acompañar este servicio de la autoridad con el nombre de «ministros y siervos,,.

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