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LA MINORIDAD ~"RANCISCANA 447 directamente del papa. De lo que pensaba Francisco sobre este parti– cular es indicativo el hecho de que en el Testamento nos confiese que, aun cuando tuviera tanta sabiduría como tuvo Salomón, no quiere predicar al margen de la voluntad de los pobres sacerdotes que están en sus parroquias (Test 7). Esta última voluntad de Francisco resulta tanto más dramática cuanto que la Orden estaba ya dispuesta a ocupar un espacio apostó– lico dentro de la Iglesia oficial. Los predicadores se hacían expedir privilegios en la Curia para poder ejercer el apostolado con más libertad, incluso construyéndose sus propias iglesias (Test 25). Como se puede ver, esto constituía toda una carrera hacia la exención que, si bien daba brillo apostólico a la Orden, ponía en peligro la actitud menor de la Fraternidad. Los biógrafos han ilustrado esta voluntad de Francisco de estar sometido en su predicacion a la autoridad eclesial inmediata --curas y obispos-, aunque limitara su libertad. Basta un ejemplo para comprender su visión de lo que realmente es la salvación en la Iglesia, cuya iniciativa corresponde a Dios, y a nosotros servir sin pretensión alguna. Celano pone en boca de Francisco toda una serie de recomendaciones dirigidas a los frailes para que sepan descubrir el sentido de la minoridad. Solía decirles: «Hemos sido enviados en ayuda de los clérigos para la salvación de las almas ... y esto puede lograrse mejor por la paz que por la discordia con ellos ... Así pues, estaos sujetos a los prelados, para no suscitar celos en cuanto depen– de de vosotros. Si sois hijos de la paz, ganaréis al clero y al pueblo para el Señor, lo cual le será más grato que ganar a sólo el pueblo con escándalo del clero. Encubrid sus caídas, suplid sus muchas deficien– cias; y, cuando hiciereis estas cosas, sed más humildes» (2 Cel 146). 8. CONSTRUCTORES DI~ PAZ El servicio al Reino, el servicio a la Palabra, no puede realizarse desde el conflicto prepotente, ya que entraría en contradicción con el mensaje evangélico que se pretende anunciar. Cuando Jesús envía a sus discípulos a que proclamen la Buena Noticia del Reino, lo hace recordándoles su condición de servidores que prestan su colaboración desde la mansedumbre y la humildad. Además de ir ligeros de equipaje, deberán comportarse como hombres que no poseen otro poder ni otra fuerza que no sea la de la misma Palabra. Inermes ante la violencia de los demás, anunciarán una paz que
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