BCCCAP00000000000000000001540

438 JULIO MICÓ formación y al servicio de todos» (Test 19). Aunque realmente no era así, pues había en la primera Fraternidad algunos clérigos y gente con formación, el seguimiento humilde de Jesús les había llevado a la renuncia de su saber como medio de trabajo o apostolado, por cuanto suponía ciertas cotas de prestigio y poder. Las experiencias negativas que se dejan traslucir en la Regla no bulada al hablar del trabajo y la predicación, son un ejemplo de que el afán de poder y dominio sigue agazapado en el fondo del hombre y, al menor descuido, se camufla incluso de servicio y celo por la causa del Reino. Por eso Francisco pone en alerta a los hermanos para que, «dondequiera que se encuentren sirviendo o trabajando en casa de otros, no sean mayordomos ni cancilleres, ni estén al frente en las casas en que sirven; ni acepten ningún oficio que engendre escándalo o cause perjuicio a su alma, sino sean menores y estén sujetos a todos los que se hallan en la misma casa» (1 R 7, 1-2). La formación y honestidad de los menores los hacía apetecibles a los nuevos Comu– nes para que desempeñaran cargos de responsabilidad. La acepta– ción de tales cargos significaba cierto prestigio y la tentación de poder, peligros que hacían incoherente su opción menor y que repre– sentaban un perjuicio para su alma. El otro peligro del saber era el que acechaba a los predicadores. Poseedores de una cultura teológica, corrían el peligro de ejercerla en provecho propio, aunque la enmascararan con el servicio de la predicación. Por eso les recomienda Francisco que se guarden «de toda soberbia y vanagloria, defendiéndose de la sabiduría de este mundo y de la prudencia de la carne, ya que el espíritu de la carne quiere y se esfuerza mucho por tener palabras, pero poco por tener obras ... Y éstos son aquellos de quienes dice el Señor: 'En verdad os digo, recibieron su recompensa'. 'El espíritu del Señor, en cambio, quiere que la carne sea mortificada y despreciada, tenida por vil y abyecta. Y se afana por la humidad y la paciencia, y la pura y simple y verdadera paz del espíritu. Y siempre desea, más que nada, el temor divino y la divina sabiduría, y el divino amor del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (1 R 17, 9-16). El saber es, pues, para Francisco un valor ambiguo que debe ser utilizado de acuerdo con la propia opción menor de la Fraternidad. La Admonición 7 dibuja maravillosamente este doble efecto, de vida o muerte, que puede tener la ciencia para los frailes, sobre todo si son predicadores: «Son matados por la letra los que únicamente desean saber las solas palabras, para ser tenidos por más sabios entre los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz