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48 FIDEL AIZPj.JRÚA OONAZAR, OFMCAI' ese sentido se puede decir que los iconos tienen un valor realmente sacramental y una función tan mediadora como la de la Palabra. 4 ¿Es correcto aplicar a la escena de Francisco con el leproso la categoría de icono? Sí en sentido amplio y hondo. En sentido amplio porque cumple todas las funciones atribuidas al icono en cuanto a valor sacramental, lugar de referencia y de encuentro, ventana que abre a la espiritualidad franciscana y al mismo Evangelio. En sentido hondo en la medida en la que la escena con el leproso es una de las claves cruciales no solamente para entender el proceso de conversión de Francisco sino la misma espiritualidad franciscana. Efectiva– mente, para muchos autores, el encuentro con el leproso está pasando a ser considerado como el momento crucial del proceso de conversión de Francis– co," un momento al que antecede toda su actividad bélica, de su aproximación al mundo de las pobrezas y sus viajes iniciáticos de búsqueda; a ese momento le sigue la confirmación del crucificado en el diálogo con el Cristo de san Damián. Pero, como decimos, el momento crucial es el del abrazo con el leproso. El leproso seguía siendo en la Edad Media el prototipo de marginado social sin ningún tipo de asistencia y viviendo fuera de las ciudades." Este encuentro es desencadenante de una percepción distinta de las estructuras personales. No es un descubrimiento de la pobreza o del dolor en sí, sino un desvelar a la persona que sufre y percibir en forma muy aguda e inmediata que la situación del leproso y la suya propia no difieren mucho en el fondo. El hermano Francisco dice en su Testamento que el trato con los leprosos, inicial– mente amargo, se le convirtió en «dulzura». 7 «La dulzura en clave evangélica está también en los leprosos, hombres que sufren en el cuerpo y en el alma una enfermedad terrible, y que sin embargo son siempre positivamente hombres.» 8 A esta percepción personal acompaña otra social. El hermano Francisco descu– bre de manera insultante el reverso de la nueva sociedad que nacía con aspiraciones de igualdad y en la que él era un privilegiado. Esta nueva socie– dad, su ciudad, mantiene y crea nuevas desigualdades y muros: quienes viven fuera de las murallas no son personas al verse privados de todo derecho. Por .i Cf. M. QuENOT, L'icóne, fenétre de l'Absolu, Cerf, Paris 1987. Cf. R. MANSELLI, Vida de san Francisco de Asís, Oñate 1997, pp. 44-70. 6 R. MANSELLI, San Francesco d'Assisi (Editio mayor), Ed. San Paolo, Milano 2002, dice en la nota 14 de la p. 109 que «Assisi da nei suoi Statuti delle norme relative ai lebbrosi, come di certo aveva un lebbrosario [cf. Magn~fice civitatis Assisii Statutorum Libri, t. II, Perusiae per Hieronymum Francisci Baldassarris de Carthulariis, 1543, pp. 259ss.]». Test 3. 8 G.G. MERLO, art. cit., p. 6.

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