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ARTICULOS La opción franciscana de los capuchinos hoy · Fr. Manuel Castellar, ofm. cap. El autor es col,aborador de nuestra Revista, en la que ha publicado dos estudios muy oolioBos. Esta vez nos presenta un trabajo con · motivo de ],a celebraci6n de los 450 años de la Bula RELIGIONIS ZELUS, de Clemente VII, que dio f)(l80 a la Reforma Capuchina. INTRODUCCION Estamos ,celebrando los 450 años de la Bula RELIGIONIS ZELUS de Clemente VII, datada el 3 de julio de 1528. La bula clementina, que es el umbral jurídico de la Reforma Capuchina, ,contiene apenas un sumarísimo proyecto de vida franciscana. Por eso habrá que leerla y entenderla en el contex– to del primer código de vida capuchina: las "Or– denaciones de los Hermanos Menores de la Vi– da Eremética". Ellas ·son la explicación, espi– ritual y normativa, del proyecto. E·sta celebración nos ofrece la oportunidad de ,reflex.ionar sobre uno de lo·s asp•ectos nu– cJeares del carisma franciscano: la instancia_ere– mítica, que, fue la querencia se·oular de todos los movimientos francis•canos de ,r.eforma. Es también la ocasión de verificar, una vez más, hasta qué punto la Orden Capuchina ha conservado esta tensión carismática originaria; y es, en esta misma línea, una opción diferen– ciada de vida franciscana para. nuestros días. l. LA VIDA EREMITICA FRANCISCANA El' contexto eremítico elle los orígenes La vida eremítica entre los Hermanos Meno– res aparec,erá frecuentemente como un ,contra– punto polémico frente a la actividad apostólica. La vida apostólica, tipificada ini•cialmente en el "ofücio de la pred,icación", como es sabido, sería un decisivo factor de cambio en la evolu– ,ción y ,conf 1 iguración definitiva de la Fraterni– dad f.ranci,scana. A pesar de que el oficio de la predicación, originariamente, no pasaba de ser una de tantas op,oiones de actividad para los hermanos. Los hermanos se dedicaban, indistintamente, a la predicación, a la contemplación y al trabajo (cf. 1 Regla 13). ·. Este pluralismo de opciones impedía, por lo mismo, que una de ellas se construyera en fac– tor reconfigurador del género originario de vida que primaba sobre cualquier otro tipo de acti· vidad. El habitat tugurial de los alrededores de Asís hacía compatibl,e estas tres opcione,s, plantea– das más bi·e'iíl como alt,ernancias. No es un secreto que e,I oficio de la predica– ción, y después el oficio pastoral, al convertir– se en actividad preferencial y cualificada, re– plantearía el habitat rural y el género de vida de los hermanos. , Las residencias o casas se radicaron en el interior de las ciudades, dando origen a las ca– sas de estudio y a los conventos. Las casas de estudio fueron tal vez las pri– meras residencias estables de l·os hermanos. Aunque sería el conv,ento, como habitat defini– tivo de los mismos, lo que modificaría profun– damente e·I género de vida originario. La itineranc'Ía apostóMca del comienzo dio paso a una estabilidad pastoral en igl·esias pro– pias, ·asumiendo actividade•s hasta entonces ca– si. exclusivas del clero ·secular o de los canó– nigos regulares. La ayuda subsidiaria que de– bía prestarse a los clérigos secular,e,s se con– vertiría muy pronto en competencia intere,sada, muchas veces desleal (cf. 2 Cel 2, 15, 146; Esp Perf 2, 10 y 4, 54). · La vida contemplativa abandonaría e.l contex– to eremítico originario, en libertad de espíritu, para transformarse en el rígido esquema de la vida conventual. El rezo cc-ral del oficio d'ivi– no y el esple,ndor del culto en las igle-sias de 131
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