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236 TARSICIO DE AZCONA SALMANTICENSIS 69 (2022) 5.5. Esperar la inclinación del negocio y los resultados (texto n. 12) Termina el memorial con una insinuación muy diplomática a esperar la marcha e inclinación de la negociación, en espera de los resultados. Vuelve a recordar a la Reina que proceda con recta intención y augurándole la gracia de Dios para la Iglesia y para sus reinos. 6. Visión final He aquí un memorial en el que de entrada se excusa el autor por enviarlo y lo somete con humildad al criterio de ella y de sus asesores expertos. Le ruega que proceda enderezando su intención a Dios y actuando para gloria de Dios. Esto y así tan solo podía escribirlo a la Reina más que su asesor espiritual que no era otro que el monje jerónimo, Hernando de Talavera, prior del Prado. Asesora a la Reina Isabel en un tema polémico de la provisión de obispos en Castilla. Más en concreto, al tiempo de la provisión de la codiciada mitra de Cuenca, concedida por el papa Sixto IV a su nepote Rafael Riario. En la primera parte el autor ofrece a la Reina no un tratado de eclesiología, sino describe el papel que representaban en la Iglesia el Pontificado y en concreto el papa franciscano. Se recuerdan las obligaciones del mismo para fomentar la concordia y la paz, haciendo las veces de Dios en la tierra. Al mismo tiempo, denuncia sin datos y hechos concretos muy graves deficiencias en el gobierno de la Iglesia a causa de la intromisión de sus nepotes y conjuntos en el gobierno, sobre todo, beneficial, de la misma. El pasaje más delicado de esta primera parte del memorial es el que se refería a la resistencia que la Reina podía interponer en el debate con el Papa en aquel molesto desencuentro. Esta resistencia se concreta en la segunda parte del memorial sugiriendo los remedios de gobierno que se podían interponer como primera medida. Proponía la consulta del problema con los reyes de Aragón y de Nápoles, considerando la ayuda del monarca napolitano como una gracia. Era necesario sujetar al representante del Papa en Castilla y privar al Papa de los curiales hispánicos, llamándolos a la península. Proponía escribir a los cardenales, obispos, clérigos y religiosos residentes en Roma. Se trataba de una medida aparatosa para la opinión y para el bolsillo de ellos. Debían volver también todos los numerosos connacionales civiles residentes en Roma. No puede dejar de extrañar la dicotomía del memorial, reconociendo por una parte al Papa “tener el soberano lugar que tiene de Dios y por Dios en las

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